La masacre de Allende, en México, es uno de los desgarradores y sangrientos casos de impunidad que deja la guerra contra el narco en ese país.

Netflix lleva el reportaje de la periodista Ginger Thompson, de ProPublica, a una serie de seis capítulos que muestran el asalto mortal a un pueblo mexicano cerca de la frontera con Texas.

El reportaje que podemos leer aquí inicia así: “LOS INDICIOS DE QUE ALGO INNOMBRABLE pasó en Allende son contundentes. Cuadras enteras, en algunas de las calles más transitadas del pueblo, yacen en ruinas. Mansiones que fueron ostentosas hoy son cascarones desmoronados, con enormes agujeros en las paredes, techos carbonizados, mostradores de mármol agrietados y columnas colapsadas. Esparcidos entre los escombros quedan los vestigios raídos y enlodados de vidas destrozadas: zapatos, invitaciones a bodas, medicamentos, televisores, juguetes” .

La tragedia ocurrió en marzo de 2011 en Allende, un tranquilo pueblo ganadero, de unos 23 000 habitantes y a solo 40 minutos en auto de la frontera con Texas. Sicarios del cartel de los Zetas, una de las organizaciones de narcotráfico más violentas del mundo, arrasaron Allende y pueblos aledaños. Todo comenzó en Estados Unidos, cuando la Administración para el Control de Drogas (DEA) logró un triunfo inesperado, relata el periodista: Un agente persuadió a un importante miembro de los Zetas para que le entregara los números de identificación rastreables de los teléfonos celulares que pertenecían a dos de los capos más buscados del cartel, Miguel Ángel Treviño y su hermano Omar. La DEA compartió la información con una unidad de la policía mexicana con problemas con filtraciones y colusión con el narco.

Al enterarse los Treviño de la traición, los hermanos planearon vengarse de los presuntos delatores, de sus familias y de cualquiera vinculado.

En 2016, ProPublica y National Geographic emprendieron la labor de juntar las piezas de lo que pasó en este pueblo del estado de Coahuila: “dejar a los que sufrieron la mayor parte del ataque, y a los que tuvieron algún papel en él, que contaran la historia en sus propias palabras, con frecuencia con gran riesgo para sus vidas. Voces como estas rara vez se han escuchado durante la lucha contra el narcotráfico: funcionarios locales que abandonaron sus puestos, familias asediadas por el cartel y por sus propios vecinos, operarios del cartel que cooperaron con la DEA y vieron asesinados a sus amigos y familias, el fiscal estadounidense que supervisó el caso y el agente de la DEA que lideró la investigación y quien, como la mayoría de la gente en esta historia, tiene vínculos familiares en ambos lados de la frontera”. Esta pieza periodística llamada Anatomía de una masacre llegó a Netflix.

LA VOZ DE LAS VÍCTIMAS

Fue producida por James Schamus (productor de Brokeback Mountain). El guion fue escrito tanto por él como por Mónika Revilla (escritora de La casa de las flores) y Fernanda Melchor, periodista , autora de la novela Temporada de Huracanes, y cronista reconocida por retratar la crudeza de la violencia en México.

En la investigación, Ginger Thompson -la ganadora del Pulitzer- destacó que durante años después de la matanza de Allende las autoridades mexicanas solamente hicieron esfuerzos inconsistentes para investigar.

Somos (Netflix) no hace apología al narco, como otras serie de este tipo. En esta ocasión se da voz a las víctimas, pero por respeto a los que fallecieron o vivieron ese infierno, la serie no se basa en personas reales. Los guionistas decidieron crear personajes desde cero utilizando varias de las anécdotas que menciona Thompson en su reportaje. El proyecto demoró tres años en materializarse, pues la pandemia frenó su desarrollo.

“Se trata de una obra coral, con múltiples protagonistas, cada uno el centro de su propio universo, y cada uno viviendo, sin saberlo, bajo una sentencia de muerte inminente o un indulto”, dice la escritora Fernanda Melchor sobre la serie citada por El País.