Los medios en todo el mundo están apuntando a internet para innovar y mantener el negocio. En Venezuela la realidad sería diferente. “Se llega a Internet por trauma y no por evolución natural. Se llega como llegan los náufragos cuando buscan una isla y la habitan, pero no dejan de buscar los barcos que puedan pasar”, así lo advierte el periodista venezolano Luis Carlos Díaz.

“Venezuela tiene en estos momentos decenas de páginas web dedicadas a las noticias, sobre todo porque los salarios de los periodistas son miserables y rondan de 20 a 70 dólares mensuales, así que funcionamos como una suerte de maquila en medio de la depresión económica. Ese modelo no es realmente innovador y tendrá vida corta. En ese entorno se diferencian pocos medios que de verdad tienen agenda propia, capacidad de influencia en la opinión pública y algún valor agregado”, sostuvo a Clasesdeperiodismo.com

El problema principal, dijo, es que casi todos esos medios apuntan al mismo público y luchan por su atención. Hay pocas propuestas de nicho.

Las noticias recientes revelan medios cerrados por no tener papel. Pero, en realidad, no hay escasez de papel en Venezuela. “Sencillamente la importación de todo el papel del país está en manos de una empresa gubernamental, la corporación Maneiro, y ellos deciden premiar o castigar medios de comunicación según su línea editorial”, dijo.

El periodista manifestó que los medios chavistas obtienen todo el papel que quieran, a costo subvencionado, e incluso regalan sus ediciones a todo color. Los medios críticos han recortado sus tirajes y páginas para estirar sus existencias. Otros pasaron de ser diarios a semanarios. Y otros han desaparecido.

Desafíos pendientes

“La sensación es de reto constante, pero también de cansancio”, lamenta. Muchos medios y comunicadores han elegido dedicarse al entretenimiento, dijo, para “no molestar”.

Otros han sido despedidos porque el chavismo cuando no cierra medios o las amenazas no son suficientes, termina comprándolo para desnaturalizarlo. La otra sensación es que no hay vinculación entre la información revelada, la investigación que descubre corruptos, y un aparato de justicia que actúe para detener a los responsables.

¿Eso hace que los periodistas se callen? No. Algunos se reinventan, manifestó. Y agrega: Sobreviven en páginas web, buscan proyectos independientes, y los que conservan espacios en medios de mayor alcance, mantienen su línea crítica hasta donde sea posible. A pesar del ahogo, a pesar de la asfixia.

¿Qué hacer?

• Seguir haciendo su trabajo, dejando registro doble, no solo de los horrores cotidianos sino también de la dificultad para su cobertura. Hemos tenido periodistas golpeados por hacer su trabajo. Han sido amenazados, robados, hostigados, perseguidos. Y con algunos que tocaron el tema del narcotráfico y los militares, sencillamente los mataron, sin que haya algún tipo de justicia hasta hoy.
• Pero hay más retos que eso: hay que elevarle la factura a los agresores, exponiéndolos, denunciándolos dentro y fuera del país, buscando solidaridad de más gente.
• También hay que ser más creativos, porque se deben encontrar otras maneras de contar esto para que no sea cansino, para que sea comprendido fuera de las fronteras.
• Y sobre todo hay que hacer nuevas alianzas con la gente. Los usuarios, lectores, consumidores, todos son aliados, y son necesarios para levantar información desde el terreno en un país cada vez más complejo. El periodismo se hace cada vez más urgente, porque hace falta comprender, pero debe lidiar con su propia precariedad, porque no está en un entorno democrático en el que se garanticen sus derechos y ni siquiera su libertad y su vida.

Publicado por:

Sofia Pichihua

Periodista licenciada de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Máster en Periodismo Digital en la Universidad de Alcalá de España. Profesora de Periodismo Digital/Community Manager de ISIL. @zophiap en Twitter

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