Miles de personas se conmovieron con la historia de una niña llamada Nadia y el pedido desesperado de su padre por ayuda. Era UNA GRAN HISTORIA DE AMOR.

El País de España, Hipertextual, Mala Prensa señalaron que todo era parte de una farsa.

“La falsa cura de Nadia, la niña que conmovió a media España”. Ese titular de El País fue demoledor para traerse abajo una historia que olía a falso. El medio ha continuado publicando información al respecto. Hoy se conoce, por ejemplo, que el padre tenía una denuncia por estafa.

Pedro Simón, el periodista de El Mundo que hizo la nota, se disculpó este fin de semana con los lectores tras publicar el ‘increíble’ historia de Nadia, una niña de 11 años que sufre de una enfermedad extraña. Se recaudó cerca de 150 mil euros en pocos días atendido el pedido del padre: su hija necesitaba ir a los Estados Unidos.

Si bien Pedro Simón se disculpó, lo cierto es que para no pocos usuarios, opinólogos y analistas lo ocurrido revela un descuido profesional gravísimo. ¿Cuántas otras historias como la de Nadia se han contado en los medios sin el rigor necesario? ¿Cuántas veces la gente colaboró de buena voluntad sin dudar? Es posible que la gente no dude, pero el periodista debe hacerlo siempre. Por eso, Pedro Simón no se ha salvado tan fácil de este asunto.

Esta fue la defensa del periodista:

“Yo decidí contar su historia al igual que -antes o después- lo hicieron todas las televisiones nacionales, la inmensa mayoría de los periódicos -incluidos los que ahora cuestionan la totalidad del relato-, las webs de información general y hasta varios medios de titularidad extranjera, entre ellos la BBC”, indica su columna.

“Un periodista debe mantener cierta distancia, no bajar la guardia, verificar todo. Esta vez no lo hice: este periodista cometió varios errores importantes en la información del sábado. Di por bueno (iba a escribir dimos por bueno para refugiarme detrás de un plural retórico) varios datos que me contó Fernando y que -a diferencia de otros aspectos- no corroboré como debía: el nombre de un supuesto doctor americano, determinados viajes al extranjero y el verdadero grado de la enfermedad de la niña, que es real. Yo no sé qué locuras sería capaz de hacer por tratar de salvar a mi hijo. Las que haya hecho Fernando -exageración o utilización de los medios- sólo las conoce él”, agrega.

Finaliza:  Y también pedirle perdón a los lectores de EL MUNDO y a los compañeros por un error impropio de alguien que lleva ejerciendo la profesión 25 años.

¿Y LA LECCIÓN?

“He llegado a mentir a mi mujer cuando llevaba a mi hija a curanderos y no a Houston”, declaró Fernando Blanco, padre de Nadia, durante una intervención telefónica en el programa Espejo Público de Antena3. Al mismo tiempo, anunciaba en Facebook que devolvería los 301 mil euros que había recibido de donación.

¿Qué lección nos deja este caso? Aunque parezca redundante, los periodistas deben actuar con rigor. La excusa del ‘caso humano’ no es justificación para errar. Decirle a la gente que el corazón te ganó y te olvidaste de trabajo de verificación de información no es un argumento a favor de este oficio, cuestionado constantemente por la audiencia.

El padre de Nadia, informa El País, fue condenado por la Audiencia Provincial de Palma a cuatro años y diez meses de cárcel por estafar con 120 mil euros a la empresa en la que había trabajado previamente. El fallo, de septiembre del año 2000, le condena por apropiación indebida a tres años y por falsedad documental a un año y diez meses.

Si el periodista de El Mundo se hubiera preguntado quién es este hombre que denuncia es posible que habría estado lo suficientemente prevenido para no tragarse el cuento completo de la niña.

Más allá del linchamiento virtual a Pedro Simón, este caso debe llamar a la reflexión y al análisis.