Claves
¿Cómo cubren los medios el conflicto entre China y el Tíbet?
Por @cdperiodismo
Publicado el 19 de enero del 2016
Este artículo escrito por Gina Pedraza, profesional en Relaciones Internacionales, y asesorada por los docentes y periodistas Norma Castillo y Óscar Durán, del Observatorio de Comunicación de la universidad Jorge Tadeo Lozano, proporciona un marco histórico del conflicto entre China y el Tíbet. Analiza también el tratamiento que los medios de comunicación internacionales le han dado a la problemática y basado en la información recolectada de diversas fuentes, tanto del ámbito académico como social, establece una relación entre el cubrimiento mediático y los intereses políticos de las partes involucradas en el conflicto.
Un poco de historia
El conflicto entre el gobierno de China y el Tíbet, radica en el debate del estatus tibetano. Por un lado, la República Popular China afirma que el Tíbet ha sido parte de su territorio desde la dinastía Yuan del siglo XIII, mientras que los tibetanos sostienen que durante los últimos dos mil años el Tíbet ha sido una entidad política independiente (Sautman & Dreyer, 2005). Aunque las dos partes presentan argumentos a favor de su posición, el debate ha girado más en torno a la movilización de apoyo, que hacia la búsqueda de un común acuerdo.
Y así empezó todo
En 1950, un año después de ganar la Guerra Civil China, el Gobierno comunista de Mao Tse Tung invadió y llevó a cabo la ocupación del Tíbet –la cual fue denominada “liberación pacífica del Tíbet” por el gobierno popular –. En 1959, frente a la ola de violencia que siguió a la ocupación, el Dalai Lama, junto con miles de tibetanos, huyeron y se exiliaron en varios países vecinos como Nepal y la India.
Desde entonces, la República Popular ha incrementado su presión militar, cultural y demográfica en la región, sofocando varios intentos de levantamientos que han resultado en la muerte de miles de personas (Armengol, 2011) y la violación de diversos derechos humanos.
En las últimas décadas, tanto el Dalai Lama como numerosas organizaciones de derechos humanos, han denunciado la represión, la colonización demográfica y el intento forzado de aculturación de la población tibetana (Armengol, 2011) por parte de la población china.
El turismo como estrategia migratoria
Desde hace décadas, y reconociendo el valor espiritual, religioso y geográfico del territorio tibetano, el gobierno chino le ha otorgado un papel importante a la industria turística, convirtiéndola en eje fundamental del plan de desarrollo económico de la región. Las autoridades chinas ven la industria turística como uno de los principales instrumentos para el desarrollo económico del Tíbet. En la Región Autónoma del Tíbet (RAT), esa industria está produciendo la suficiente cantidad de crecimiento económico, no sólo para atraer chinos desde fuera de la región para que trabajen en ella, sino también “para desovar otras posibilidades económicas para atraer a más chinos” (The Asia Watch Committee, 1988).
La industria del turismo está dominada, en gran parte, por los inmigrantes chinos. Las agencias de turismo más grandes y mejor equipadas son las instituciones gubernamentales chinas. Existen algunas agencias de viajes tibetanas, pero son mucho más pequeñas y por lo general se adaptan a los viajeros de bajo presupuesto (UNPO, 1998).
Hay que tener en cuenta que existen dos grandes grupos de turistas en el Tíbet. Por un lado están los turistas nacionales, es decir, los chinos y regionales, y por el otro, los turistas extranjeros, en su mayoría occidentales. Actualmente, el Tíbet recibe un número mucho mayor de turistas nacionales que de turistas extranjeros.
En el año 2006, el Tíbet recibió 2,45 millones de turistas, de los cuales el 93 por ciento provenían de China (Environment and Development Desk, DIIR, 2009). Para el año siguiente, y en parte gracias al ferrocarril Qinghai-Lhasa y demás renovaciones al sistema de transporte que comunica con el Tíbet, se alcanzó un récord de cuatro millones de turistas (Department of Information and International Relations Central Tibetan Administration, 2007), un incremento del 64 por ciento en relación al año anterior (International Campaign for Tibet, 2013).
El 31 de diciembre de 2007, la agencia oficial de noticias de china, Xinhua, informó que los ingresos del sector turístico habría alcanzado unos 5,5 mil millones de dólares (Environment and Development Desk, DIIR, 2009). No obstante, el acelerado desarrollo económico, producto de las políticas actuales del gobierno chino y, en particular, la llegada del ferrocarril y el resultante aumento en el turismo, han agudizado la preocupación por la supervivencia de la identidad única del Tíbet (International Campaign for Tibet, 2013).
Si bien el turismo ha proporcionado una nueva fuente de ganancias, de acuerdo con la organización Human Rights Watch, también ha tenido una serie de impactos negativos, como lo son el aumento de la desigualdad económica, la alteración de las estructuras sociales y la degradación de los ecosistemas frágiles de la meseta tibetana (Human Rights Watch, 2013).
Los tibetanos consideran este fenómeno como una amenaza grave para la conservación de su cultura, religión e identidad distintiva; temen que la creciente presencia de inmigrantes chinos económicamente activos, en las provincias vecinas, podría colocar a la población tibetana en posición de subordinación económica (UNPO, 1998).
Respecto a esto, Andrew Fischer, especialista en economía del Tíbet, afirma lo siguiente:
“La mayoría de los turistas que visitan la TAR son de nacionalidad china y se quedan, en su mayoría, en hoteles de propiedad y administración china en el lado oeste de Lhasa, cerca de una fuente abundante de restaurantes y centros entretenimiento chinos, cerca de los burdeles y trabajadoras sexuales chinas, que, obviamente, dan servicio a los militares y cuadrantes estacionados allí también. Es probable que gran parte de los ingresos que genera este tipo de turismo se canalizan a través de estos lugares y, eventualmente, quedan fuera de la provincia. Bajo tales condiciones, será difícil para la industria del turismo funcionar como un pilar del auto-sostenimiento que acumule capital y ganancias en la RAT, en lugar de funcionar como un drenaje del cual los recursos entrantes fluyen de nuevo fuera de la provincia, casi tan rápido como entraron”. (International Campaign for Tibet, 2013)
Hoy en el Tíbet, patios donde cientos de monjes una vez enseñaron y debatieron escrituras, están siendo ahora ocupados por cabinas de fotos donde los turistas chinos usan versiones chillonas de los trajes tradicionales para posar frente a la cámara (International Campaign for Tibet, 2013). Irónicamente, mientras las autoridades chinas comercializan el Tíbet como un destino turístico basado en los “exóticos” lugares espirituales de su cultura budista y su paisaje, al tiempo están endureciendo el control sobre la expresión religiosa y su práctica por parte del pueblo tibetano (International Campaign for Tibet, 2013). Los tibetanos afirman que hay límites claros sobre su derecho a practicar el budismo y que sólo tienen reconocida la libertad de realizar ciertos rituales y demostraciones públicas de algunos aspectos de su fe religiosa (The Asia Watch Committee, 1988).
Lamentablemente, son los mismos elementos que han enriquecido durante siglos la cultura y tradición tibetana, los que están siendo ahora utilizados como recursos para el beneficio económico del gobierno chino y el detrimento del patrimonio cultural e identidad del pueblo tibetano.
¿Y los medios de comunicación qué?
Desde la década de los 50 un sin número de agencias informativas, medios de comunicación y organismos internacionales han denunciado que el gobierno chino ha restringido –de manera voluntaria – el acceso a la información referente a la situación del pueblo tibetano.
Una de las denuncias más preocupantes es la que asegura que el gobierno comunista ha prohibido durante años la entrada de periodistas extranjeros al territorio en cuestión. Así se plantea en un informe de la organización Human Rights Watch (enfocada en la protección y promoción de los derechos humanos), de 2008:
“Access for foreigners, and particularly foreign journalists, to Tibet has been closely circumscribed since the Chinese People’s Liberation Army entered central Tibet in 1950.Tibetans refer to the events of 1950 as an “invasion,” while the Chinese government refers to it as the “peaceful liberation” of Tibet”.
“China’s Ministry of Foreign Affairs (MOFA) has long required foreign correspondents who want to do reporting trips to Tibet to apply for permission, a process which journalists describe as lengthy and frustrating. The temporary regulations contain no geographical restrictions, but were superseded in February 2007 when MOFA stated that correspondents’ access to Tibet still requires specific MOFA permission due to “restraints in natural conditions and reception capabilities” across Tibet” (Human Rights Watch, 2008).
De igual manera, el gobierno chino también es acusado de controlar lo que ve o dice el pueblo tibetano a través del monitoreo permanente del contenido que buscan online, confiscando antenas satelitales y asegurándose de que todos los usuarios de servicios de teléfono e internet se registren bajo su verdadero nombre:
“In recent days, China has announced plans to tighten the already heavily controlled and monitored media environment in Tibetan regions by confiscating satellite dishes, increasing monitoring of online content and making sure all telephone and internet users are registered using their real names.” (Voice of America-Tibetan, 2015)
En el 2012, Human Rights Watch publicó otro informe en el cual describió una serie de restricciones a la prensa y comunicaciones llevadas a cabo en el Tíbet e impulsadas por las autoridades chinas. El informe establece que dichas restricciones se implementaron como medida preventiva previo a la celebración del Congreso No. 18 del Partido Comunista.
Entre las llamadas “medidas preventivas”, se implementaron controles sobre el uso de internet, mensajes de texto, publicación de música y fotocopias, así como la intensificación de la propaganda comunista por medio de televisión, libros y cine:
“The measures involve significantly increased controls, particularly in the TAR, on internet use, text messages, phone ownership, music publishing, and photocopying, as well as intensified government propaganda through new TV channels, village education sessions, film showings, distribution of books, and the provision of satellite television receivers with fixed reception to government channels.
As a result, Tibetans have virtually no access to independent news, are being subject to intensifying political education and propaganda in villages, schools, and monasteries, and face increasing limitations on travel into the TAR from other provinces” (Human Rights Watch, 2012).
Como defensa ante los críticas, el gobierno chino ha asegurado ser víctima de un complot orquestado por los medios de comunicación occidentales que según afirma, buscan perjudicar la imagen de su país.
El periodista David Eimer tocó este tema en un artículo para el diario británico “The Telegraph”. En el texto, Eimer pone en evidencia al periódico estatal chino “China Daily”, el cual acusó a los gobiernos occidentales de sacar ventaja de los disturbios que se presentaban en el Tíbet, para atacar a Beijing.ç
Entre otras cosas, el editorial chino también afirmaba que “los medios occidentales financiaban y apoyaban al Dalai Lama como parte de su propia agenda en contra de China”:
“The editorial said the west is colluding with the Tibetan government-in-exile in Dharamsala, India to “distort incidents”, as well as claiming that the Dalai Lama “is financed and supported by some western governments and media with their own agenda against China” (Eimer, 2015).
El caso en las redes sociales
De acuerdo con Boyd y Ellison (2007), una red social se define como un servicio que permite a los individuos (1) construir un perfil público o semipúblico dentro de un sistema delimitado, (2) articular una lista de otros usuarios con los que comparten una conexión, y (3) ver y recorrer su lista de las conexiones y de las realizadas por otros dentro del sistema (Cueto, 2009).
Entre las redes sociales analizadas se encuentran Twitter, Instagram y Weibo. Los casos encontrados en estas tres redes sociales expresen diferentes sectores de la opinión pública respecto al conflicto entre China y el Tíbet.
En primer lugar, se encuentra el caso del descubrimiento de más de 100 cuentas falsas en Twitter. Un artículo publicado el 23 de julio del 2013 en el diario “Telam” de Argentina, relata cómo la reconocida red social “Twitter” “dio de baja a más de 100 cuentas falsas que se usaban para publicar mensajes de propaganda china sobre el Tibet, incluidos ataques contra el Dalai Lama”.
“La campaña fue denunciada tras una investigación llevada a cabo por la organización de derechos humanos “Free Tibet” y el diario estadounidense The New York Times. Los perfiles de Twitter estaban creados bajo identidades occidentales falsas, con fotografías tomadas de catálogos y con mensajes en idioma inglés con enlaces a sitios de promoción china sobre el Tibet y la región de Xinjiang, según detalló la organización con sede en Londres” (Telam, 2014).
De acuerdo con la prensa argentina, los tuits también incluían ataques contra el Dalai Lama, la máxima figura religiosa de los tibetanos.
En segundo lugar se analizó un particular caso visto en la red social de publicación de imágenes y videos Instagram. En un artículo escrito por la periodista estadounidense Sarah Kaufman, se describe la controversia en la que se vio envuelto el famoso basquetbolista norteamericano Dwayne Wade, cuando “Li-Ning”, una marca china de ropa deportiva (que patrocinó una gira del deportista por el país asíatico) publicó un mapa de China con los diferentes puntos de la gira.
Lo polémico del asunto es que dicho mapa no incluía al Tíbet como parte de China.
El mapa, publicado en la cuenta oficial de Instagram de la marca deportiva, recibió duras críticas de parte de más de 1,000 usuarios que se sintieron ofendidos con la exclusión del Tíbet del territorio chino:
“Li-Ning got so much flack that it apologized on its official Weibo account on Sunday for the map. Its apology had about 1,500 shares and more than 1,000 comments, most of them blasting the apology. Criticism was so potent that Li Ning himself, founder of the company, apologized on his official Weibo account” (Vocativ, 2015).
Fue tal la magnitud del escándalo que el fundador de la compañía Li Ning, tuvo que pedir disculpas públicas por medio de su cuenta en Weibo (red social china).
El sitio de micro blogging chino “Weibo” fue el protagonista de una noticia muy particular y la única, en toda la investigación, en ofrecer un panorama positivo. La noticia publicada por el portal de noticias chinas, Xinhua, destacó el éxito mediático de unas fotos de compromiso publicadas por una pareja tibetana en Weibo.
Las fotos fueron muy bien recibidas por los usuarios chinos pese a que una gran cantidad de ellas hacían referencia a lugares sagrados y tradiciones de la cultura tibetana:
“Gerong Phuntsok stirred an online sensation when he uploaded in March his wedding photos with Dawa Drolma onto his Weibo, a popular microblogging service in China. The photos, showing the couple in both traditional ethnic costumes and modern outfits, captivated millions of Chinese social media users” (Xinhua, 2015).
En entrevista con el portal de noticias la pareja tibetana afirmó estar muy orgullosa de sus raíces y declaró que así ahora se encuentren viviendo en China, desean que sus hijos aprendan el idioma y costumbres del Tíbet.
Además de exponer un sector más flexible de la opinión pública china, esta noticia también refleja un acercamiento o vinculación de ambas culturas (tibetana y china) o al menos un punto de aceptación y tolerancia entre ambas.
Referencias
Human Rights Watch. (2013). “They Say We Should Be Grateful” Mass Rehousing and Relocation Programs in Tibetan Areas of China. EE.UU: Human Rights Watch.
International Campaign for Tibet. (2013). International Campaign for Tibet. Recuperado el 9 de octubre de 2014, de savetibet.org: http://www.savetibet.org/wp-content/uploads/2013/06/Tourism_Tibet.pdf
Sautman, B., & Dreyer, J. T. (2005). Contemporary Tibet: Politics, Development, and Society in a Disputed Region. M.E. Sharpe.
The Asia Watch Committee. (1988). Human Rights in Tibet- An Asia Watch Report February 1988. Washington, DC: Asia Watch Committee.
UNPO. (1998). Unrepresented Nations and Peoples Organization Yearbook 1997. Kluwer Law International .
Aculturación significa “Recepción y asimilación de elementos culturales de un grupo humano por parte de otro.” Definición obtenida del diccionario de la Real Academia Española: http://lema.rae.es/drae/?val=aculturación
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