La voz de Laura Weffer refleja un entusiasmo que contagia. Parece increíble que en medio del panorama que vive la prensa en su país, ella mantenga una gran sonrisa al frente de un medio innovador y de batalla como es Efecto Cocuyo, un emprendimiento que camina a paso firme, un sueño que ya se materializó, una apuesta por las historias que Venezuela, su país, necesita más que nunca.

Nos encontramos en Medellín, a propósito del Premio Gabriel García Márquez. Weffer va y viene, de una mesa a otra, robando tiempo al tiempo para estar en todas partes, y aprender de aquí y allá. Ya en la entrevista, la directora editorial de Efecto Cocuyo me diría que ella es y será siempre una reportera, y que el proceso de comandar un medio le parece todavía raro, pero nunca ha estado tan feliz. La felicidad de Laura se puede tocar, tiene ese efecto de iluminar, de inspirar.

¿Ya podemos decir que Efecto Cocuyo es un emprendimiento exitoso?

–Ha sido en términos generales sumamente exitoso. Quizás no tanto en números, que son buenos, sino en el impacto. Es importante la incidencia de nuestro trabajo y lo hemos logrado. Lo medimos en la cantidad de reacciones que generan nuestras historias. Son historias humanas, que dan rostro, que dan voz,. Evitamos el breaking news porque suele ser muy impersonal. Hemos contado historias de impacto. Y vamos bien.

Están haciendo un periodismo necesario para una Venezuela que día a día tiene menos voces.

–Absolutamente necesario. Nos ocupamos del contexto, de que los hechos no queden descolgados. En Venezuela hay una avalancha de noticias que no te deja ni respirar, y yo estoy segura de que es una política de Estado. Las noticias duran a lo mucho 24 horas, y cuando te das cuenta, al día siguiente, una noticia que no es remotamente menor que la otra, ya apareció. Un escándalo tapa a otro, y a todo debes prestarle atención. No queremos contarlo de manera tradicional. Queremos decir cómo afecta esto a la gente. Yo te puedo hablar del Producto Interno Bruto, o de la inflación, pero esos son números y cifras. Detrás de esos números y cifras hay personas, hay historias.

Internet les ayuda a burlar la censura, la trampa del papel que tan bien ha manejado el gobierno de Nicolás Maduro.

–Sin duda. Internet nos ayuda a burlar la censura, pero el ancho de banda es pésimo. La penetración es malísima. Todo eso forma parte de una política de Estado de censura. En época de crisis no hay que ver los problemas, hay que ver las oportunidades. Nosotros burlamos la censura y buscamos que nuestro trabajo sea tan bueno que trascienda las dificultades circunstanciales.

Además, Efecto Cocuyo es un parlante para el mundo…

–Efecto Cocuyo tiene varias cosas interesantes, pero una de ellas es que al frente hay dos periodistas. Nuestro modelo de negocios es crowdfunding y al tener una desastrosa situación económica tenemos un medio que difícilmente parecía posible. En otro país, ese dinero recaudado serviría para seis meses. A nosotros nos sirve para año y medio. Tenemos diez periodistas que podemos vivir del trabajo que hacemos. Es nuestra política no tener publicidad. Posiblemente luego lo necesitemos. Pero en este momento, no. Y eso nos favorece. Hacemos periodismo independiente. Nuestra única atadura es a la verdad y al compromiso con la verdad. El mundo nos lee también, y eso es muy bueno.

¿Quiénes financiaron?

-Yo conozco a una persona que donó, y que no es de recursos. Es todo lo contrario, pero nos donó un dólar porque cree en la libertad de expresión. Y hay gente que donó 1000 dólares, que es una fortuna.

 

PERIODISMO QUE TE HACE FELIZ

Muchos periodistas están descontentos con sus redacciones, con el periodismo que se hace en sus medios. ¿Qué les dirías?

–Que se atrevan a emprender. Claro que da miedo, claro que da pánico. Yo amo la redacción de un diario. Yo me críe así, y 20 años la pasé en medios. Fueron años buenos, con todo. Estuve en El Diario de Caracas, en El Globo, diez años en El Nacional, y en la Cadena Capriles, antes de que fuera comprada por cercanos al gobierno. Pocas veces he sido tan feliz  como hoy, y es porque es tu medio.

Así económicamente ganes mucho menos…

–Así gane menos. Mi socia (Luz Mely Reyes) dice que dimos un salto de fe, y es así. Cada día descubres que hay gente enamorada del periodismo, a pesar de las rudas circunstancias externas.

Además, están formando periodistas.

–Queríamos preparar a las nuevas generaciones y ya lo estamos haciendo. Estamos preparando a chicos muy jóvenes del interior del país, chicos enamorados del periodismo a pesar de la adversidad.

¿Cuál es el futuro de Efecto Cocuyo? Pensemos solo en 2016.

–Efecto Cocuyo va a seguir creciendo, pero no en cantidad de gente. No queremos ser una gran empresa. Ninguna tiene corazón de empresaria y somos demasiado periodistas para pensar en la corporación. Pero en 2016 vamos a seguir creciendo en impacto y credibilidad. Y quizás apuntemos a la internacionalización. También está en nuestros proyectos generar contenido y venderlo. En el interior del país también hay poca información. Si bien el exterior es más rentable, nos preocupa informar dentro también.

¿Ustedes dirigen el negocio?

-Nacimos de casualidad de la mano de una incubadura de emprendimientos dirigida por unos muchachos venezolanísimos y geniales. Ellos entendieron que el periodismo no es una fábrica de salchicha. Entendieron que en el periodismo el término negocio es o debería ser muy distinto. Nosotros entendimos también  la necesidad y la importancia del dinero, de la sostenibilidad y sustentabilidad. Ellos nos han acompañado muy sabia y pacientemente. Nunca admitimos que se asociaran porque para nosotros Efecto Cocuyo es también nuestros nombres, nosotras dos damos la cara. Somos muy celosas del asunto editorial. Logramos un punto común y extraordinario. Yo recomiendo a los que no son mucho de negocios que busquen ayuda. Tenemos así a personas que nos administran, pero que entienden el periodismo.