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Alberto Salcedo: “El cronista es como el marido cornudo: si es curioso, encuentra”
Por @cdperiodismo
Publicado el 08 de octubre del 2015
Esta entrevista de Jonathan Diez al maestro Alberto Salcedo se publicó en PuntoEdu, la revista de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y la difundimos aquí con permiso de los responsables.
Salcedo Ramos es un cronista de la vieja escuela. Vive entre el periodismo y la literatura, un limbo delicado y, a veces, peligroso. No sabe dormir sin reloj y sonríe con facilidad. Le encanta hablar de fútbol y confiesa que lo que más le gusta de venir a Perú es comer causa. Nos visitó para el Seminario internacional “Horizontes de comunicación”, organizado por el Departamento de Comunicaciones.
¿De qué manera se vincula la literatura con el periodismo?
–Ese maridaje se da en el periodismo narrativo, pero existen límites. La materia prima es la realidad, que es sagrada, inviolable. La literatura, a mi modo de ver, es un complemento del género, no su esencia. Primero, eres un reportero y después, cuando tengas todos tus datos completos y bien verificados, ya verás qué se te ocurre para que cuentes la historia con encanto. Se vale usar la imaginación, pero no para inventar la trama sino para enfocar los temas desde ángulos novedosos y narrarlos con creatividad. Cuando John Hersey fue a hacer su famosa crónica en Hiroshima, investigó su tema con la diligencia del mejor reportero. Él nos entrega siempre una información sólida que, además, está repleta de detalles asombrosos. Por ejemplo, cada vez que nos presenta a un personaje, nos dice a qué distancia se encontraba este de la explosión de la bomba atómica. Hersey nos ofrece un relato magistral con ritmo, fuerza dramática y belleza.
A través de la mirada del periodista, en una buena crónica, el lector puede ver, sentir o imaginar algo que está pasando. ¿Qué se necesita para escribir una crónica que pueda sentirse ‘real’?
–Me parece clave recrear bien las atmósferas. Si estás en un sitio donde hace mucho calor, no basta solo con decirlo o aportar el dato de la temperatura, el reto es que el lector sienta que él también tiene la camisa pegajosa adherida a la piel. Yo siempre tengo a la mano el mandato de Flaubert: en los detalles está la verdad. Búscame un elemento inesperado que muestre ese calor sofocante. La costa del Caribe, el lugar de Colombia donde nací, es un territorio de mucho bochorno. Después del almuerzo, la gente se queda encerrada en las casas para esquivar el sol de la una de la tarde, que es infernal. Algunos parroquianos bromean diciendo que en el Caribe, al mediodía, el diablo se desnuda y se va para una tienda a comprar hielo. A veces, una hipérbole dice más que una cifra exacta. Hay otro mandato que siempre tengo a la mano: Robert Louis Stevenson decía que contar historias es escribir sobre gente en acción. Yo procuro ver cómo actúan los personajes. Recrear sus acciones es la mejor manera de buscar esa verosimilitud a la que aludes en tu pregunta.
¿Cómo ve el panorama actual de la crónica latinoamericana? ¿El género goza de buena salud?
–La crónica contribuye a construir memoria, que es algo muy importante cuando vivimos en una era digital signada por el vértigo. A punta de memes y tuits, es muy difícil que alguien se forje una conciencia en relación con ciertos temas que nos afectan a todos. Se necesita una mirada perspicaz para entender y una voz sugerente para contar. Hay que ser un reportero acucioso. Hemos tenido una generación de cronistas notables, sin duda, pero también han surgido muchos que solo cuentan historias para darse un poco de placer individual.
¿Cuál es el componente trascendental en una crónica?
–La curiosidad. El cronista es como el marido cornudo: si es curioso, encuentra.
¿Cuáles son los retos más difíciles a los que se enfrenta un periodista hoy?
–Sobrevivir en un mundo donde se mueren los periódicos pero se necesita el periodismo. Toca reinventar el oficio, buscar nuevas formas de llevarle la información a la gente. Los medios abusaron mucho de su hegemonía. Cuando internet les hizo perder el monopolio de la información, no supieron cómo reaccionar. Yo veo hoy a muchos editores tratando de imitar a las redes sociales, lo cual me parece un error. Lo que se necesita es buen periodismo, no periódicos que desconfíen de su esencia y quieran imitar a Twitter.
¿Cuál es el lugar de la crónica en un mundo acostumbrado a leer artículos de tres párrafos?
–La crónica es un género de nicho. Tiene sus lectores y sus cultores. Así como no a cualquiera le interesa cultivarla, no a cualquiera le interesa leerla. Yo creo que se necesita el buen periodismo en general, no solo el género crónica. Necesitamos buenos reportajes, buenas columnas de opinión y buenos cubrimientos noticiosos. Las sociedades necesitan el periodismo para entenderse a sí mismas y esto no cambia porque haya nuevas plataformas tecnológicas.
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