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Solo para periodistas: las lecciones de Gabo

Por @cdperiodismo

Publicado el 17 de abril del 2015

Gabriel García Márquez pasó a la inmortalidad. El periodista y escritor, nacido en 1927 en Aracataca, seguirá inspirando a numerosos reporteros y editores, y muchos lo seguirán llamando Gabo, porque siempre lo sintieron colega, cercano, amigo, o una presencia constante para los que ejercen el oficio.

En este post –basado en la lectura de Gabo periodista– repasaremos muchas de sus enseñanzas y experiencias:

1. El PERIODISMO Y LA LITERATURA

Gerald Martin apunta que algunos han pensado que Gabo solo ha optado por el periodismo en momentos en que han necesitado dinero o cuando se ha agotado su inspiración. “La verdad, sin embargo, es que el periodismo es un aspecto integral de su personalidad literaria, y por eso osciló siempre entre las dos actividades: ficción y periodismo: la literatura, que tiende más a a una expresión del yo, y la expresión documental, que exige que uno piense más en el público lector”, anota.

The Huffington Post

2. EL PERIODISMO Y LAS VÍCTIMAS

María Teresa Ronderos destaca el tono parco y directo que caracteriza sus textos sobre las víctimas de la violencia colombiana de su tiempo. “Respetuoso, con gran sensibilidad se acerca a ellas y capta sus penas, sin ese odioso pobreteo tan frecuente en las narraciones actuales sobre la guerra colombiana”, dice la periodista. Y agrega, luego de repasar algunas notas puntuales: “Las lecciones que estos textos tempranos de García Márquez le dan al periodismo contemporáneo siguen vigentes. Con su mirada literaria, de carácter sensible y risueño, descubre noticias donde otro no las habría visto porque observa con cuidado los matices de la vida cotidiana de la gente, y los plasma con gran economía de frases”.

3.El PERIODISMO Y LA SORPRESA

Juan Villoro destaca que el cronista tiene dos modos esenciales de aproximarse a la experiencia: con la autoridad de quien ya conoce lo que va a escribir o con el deslumbramiento de quien escribe para conocerlo. Los “textos costeños” que analiza Villoro “trabajan en la materia narrativa desde un ángulo distinto: son el laboratorio de lo diario, la zona donde lo común se vuelve sorprendente. El columnista investiga sin sospechas previas, con el sonambúlico fin de ver con qué se topa”. Gabo, de acuerdo con el cronista, asume el derecho de hablar desde un posible error.

4. EL PERIODISMO Y ESA HISTORIA QUE TE CAMBIA LA VIDA

José Salgar sostiene que “El Relato de un náufrago” saltó la chispa literaria que veintisiete años después llevó a Gabo a recibir el Nobel. Era marzo de 1955. Un marinero tocó la puerta de El Espectador y a reñagadientes Gabo aceptó hablar con él y transcribir su relato. Lo hizo en primera persona, pero con “toques de música, poesía y ardor costeño”.

5.EL PERIODISMO Y EL ABURRIMIENTO

En 1955, cuenta Jon Lee Anderson, Gabo fue a cubrir la reunión de jefes de Estado de los Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia, la famosa cumbre de ‘Los Cuatro Grandes’ en Ginebra. Entre cientos de reporteros haciendo lo mismo, Gabo hizo lo que mejor sabía hacer: contar historias. “Se dedicó a buscar algún buen cuento que narrar, con el ferviente interés de un crítico de teatro que anda suelto merodeando tras bastidores durante los preparativos para la función principal, y comenzó a relatar lo que observaba, en un tono menor de drama y de complicidad y un sentido del absurdo altamente desarrollado”. Así fue como describió a Ginebra llenándose de periodistas y diplomáticos, se fijó en el desinterés de los habitantes de la ciudad y en los perros de las calles; contó cómo los periodistas se iban conociendo, tomó nota de la puntualidad de los líderes y miró con detenimiento los fastuosos almuerzos… En palabras de Jon Lee Anderson: “Pura mamadera de Gallo de parte de Gabo”. Y hasta consiguió primicias: el presidente Eisenhower ingresando a una juguería para comprar regalos para sus nietos.

6. EL PERIODISMO Y LOS IMPOSIBLES

A finales de 1973, Enrique Santos Calderón convenció a Gabo de lanzarse a fundar una revista de izquierda en Colombia. Entrevistado por Alternativa –la revista en cuestión–dijo que “había encontrado en Alternativa una forma de militancia política que he buscado durante muchos años: un trabajo periodístico serio y comprometido hasta el tuétano”. A pesar de los problemas que la revista le creó en el terreno personal, Gabo siguió adelante. Comprometido, fiel al proyecto periodístico del que formaba parte.

 7. EL PERIODISMO Y LAS ENTREVISTAS

Gabo dice que el género de la entrevista abandonó hace mucho tiempo los predios rigurosos del periodismo para internarse con patente de corso en los manglares de la ficción. “Lo malo es que la mayoría de los entrevistados lo ignoran, y muchos entrevistados cándidos todavía no lo saben. Unos y otros, por otra parte, no han aprendido aún que las entrevistas son como el amor: se necesitan por lo menos dos personas para hacerlas, y solo salen bien si esas dos personas se quieren. De lo contrario, el resultado será un sartal del preguntas y respuestas de las cuales puede salir un hijo en el peor de los casos, pero jamás saldrá un buen recuerdo”. Lo que sigue en el artículo “¿Una entrevista? No gracias” es una gran lección de periodismo, de las mejores del maestro. Y en “Está bien, hablemos de literatura”, Gabo nos jala las orejas: “Todo escritor entrevistado descubre de inmediato –por cualquier descuido ínfimo–si su entrevistador no ha leído un libro del cual le está hablando, y desde ese instante, y acaso sin que el otro lo advierta, lo pone en situación de desventaja”.

8. EL PERIODISMO Y LAS COLUMNAS

Martín Caparrós confiesa que durante años leyó las columnas de Gabo en El País. “La columna es, quizás más que cualquier otro género del periodismo, el lugar para la invención y el desenfreno y el desenfado y las cañitas voladora”. Y en se sentido, destaca que Gabo y sus historias mínimas dejaban al lector la sensación –que cualquier milpalabrista sabe falsa–de que podría decir mucho más si no fuera porque se está quedando sin espacio, porque ha llegado al tope de sus mil palabras.

9. EL PERIODISMO EN EL PERIÓDICO

Antonio Muñoz Molina confiesa que Gabo era una influencia demasiado poderosa para un aprendiz de novelista como él. Recuerda que lo leía cada miércoles en El País de España. “Todo el que escribe una columna de periódico acaba repitiéndose y volviéndose previsible para sus lectores –que buscan muchas veces la rutina, no la novedad–, pero uno nunca sabía de que iba a tratar el próximo artículo de García Márquez”, anota. Y va más allá: “Otros escritores predican, reflexionan, hacen de críticos literarios o de gurús políticos cuando colaboran en los periódicos: García Márquez no parecía tener otro propósito que el de contar una buena historia, la mejor historia posible cada semana”.

10. EL PERIODISMO Y LA GRABADORA, Y LA CRISIS DEL OFICIO

Gabo no solo escribía historias. Pensaba en el periodismo y se preocupaba por el oficio que llamó el más bello del mundo”. De esa angustia por lo que pasaba con el periodismo nació la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI)

-”Cuando yo practicaba el periodismo, la grabadora no estaba inventada; ahora tengo la impresión de que hay muchos que piensan que la grabadora piensa. La grabadora no es más que la libreta de notas que antes usábamos y con ella hacíamos los reportajes”. (Gabo dice en otro momento que “cuando no había grabadora se ponía más atención en lo que se decía –el entrevistado o el que hace las declaraciones–).

-”Uno de los fallos más grandes que encuentro en el periodismo actual es que le falta una base cultural; los periodistas no tienen tiempo para leer, ni siquiera de leer el periódico. Tampoco tienen tiempo para hacer su trabajo; hay trabajos que necesitan tres días y no se les da más que uno, como mucho”.

-”El periodismo me ha proporcionado un contacto inmediato con la realidad, una capacidad de interpretar que no hubiera tenido sino me hubiera dedicado al periodismo. Son complementarios”.

11. GABO Y LAS ENTREVISTAS

“Tengo la impresión de que es un convencionalismo. En las pocas entrevistas que doy represento el personaje que quiero ser, no el que soy. Para mí la entrevista ha terminado por ser parte de la ficción. Yo invento respuestas si es para un periodista que quiero mucho, para que se luzca más, para que tenga más tema, pero no creo que esté comunicando mi verdadera personalidad, mi verdadero pensamiento, y creo que todos los que están sometidos a la dictadura de las entrevistas tarde o temprano terminan haciendo lo mismo. En cambio, el reportaje, que creo que inventaron los periodistas norteamericanos, no se practica tanto como se debería. Es decir, contar lo que pasó para que el lector sepa lo que pasó como si hubiera estado en el lugar. Esta es la parte que más me preocupa del periodismo actual”.

En el libro “Gabo periodista”, se consigna una cita demoledora: “Lo malo es que la mayoría de los entrevistados lo ignoran, y muchos entrevistados cándidos todavía no lo saben. Unos y otros, por otra parte, no han aprendido aún que las entrevistas son como el amor: se necesitan por lo menos dos personas para hacerlas, y solo salen bien si esas dos personas se quieren. De lo contrario, el resultado será un sartal del preguntas y respuestas de las cuales puede salir un hijo en el peor de los casos, pero jamás saldrá un buen recuerdo”.

En el artículo “¿Una entrevista? No gracias”, Gabo nos confronta (como siempre lo hizo): “Todo escritor entrevistado descubre de inmediato –por cualquier descuido ínfimo–si su entrevistador no ha leído un libro del cual le está hablando, y desde ese instante, y acaso sin que el otro lo advierta, lo pone en situación de desventaja”.

12. SALCEDO RAMOS RECUERDA A GABO:

El profesor del FNPI recordó cuatro lecciones de Gabo durante sus talleres en Colombia:

1. No es lo mismo una historia larga que una historia alargada. “Ahora se ha vuelto de moda la crónica, todos quieren hacer la crónica de su vida… nadie quiere hacer un reportaje corto”, dijo.

Está bien que las notas sean largas, pero no deben ser alargadas sin que el tema lo demande.

2. Es más fácil atrapar un conejo que un lector. El lector debe tener una oferta que no puede rechazar, sostuvo. “Si escribes y no eres capaz de mantener su atención, el lector se irá”, agregó.

3. Cuando uno se aburre escribiendo, el lector se aburre leyendo. “Una cosa es que diga odio escribir, pero amo haber escrito… Si uno se aburre escribiendo, que haga otra cosa”, manifestó.

4. No debemos obligar al lector leer una frase de nuevo. “Una cosa es que la lea porque le gusta y otra porque no entendió que quisiste decir”, manifestó.

13. UNA EDICIÓN IMPERDIBLE DE EL MALPENSANTE

Debes aprovechar el número de Gabo Malpensante para conocer más al periodista y escritor de Cien Años de Soledad.

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