Por Gladys Trujillo (*)

Un contratiempo dentro de las prácticas profesionales es que todo mundo da por hecho que alguien más te ha explicado lo que debes hacer. Pero no siempre es así. Algunos de los encargados de recibir a los practicantes se toman algunos minutos para explicar la forma en que funciona la redacción. Es en serio cuando hago énfasis en “unos minutos”. La persona que más tiempo duró conmigo (en mis tiempo de practicante) se tomó media hora en “bla, bla, bla…”. Y se fue. Uno a uno, mis supervisores se iban dando cuenta de que el anterior no me había dicho la gran cosa, que si bien yo no estaba tan perdida, me hacían falta muchos aspectos por dominar, y en una redacción de Internet no manejar lo básico, es la muerte. Bueno, no tan dramático, pero sí le puede costar el espacio al practicante.

Claramente no era culpa mía, así como no lo es de casi ningún practicante. Aun así, los encargados de sección no pueden evitar expresiones faciales que significan “Qué flojera, otra practicante” o “¿Qué no le explicaron antes?”. En mi caso, el titular de la redacción local en Internet me explicó lo que no entendía a regañadientes, me decía paso a paso qué hacer, sentía que no era su obligación, y en parte no lo era porque en mi primer día en la redacción no estaba, y en parte sí porque él era el encargado de planta, y le tocaba trabajar conmigo.

Entiendo lo frustrante que debió ser instruir a alguien como yo, despistada y sin conocimientos de programas computacionales de edición y esas cosas, especialmente para una persona que se excluye del resto y que le resulta molesto el contacto con gente sin experiencia, pero qué podía hacer yo, nos teníamos que adaptar a lo que había. Sin embargo, conforme pasa el tiempo, la situación es más fácil, aunque son muy pocos los que dejan de ser vistos como practicantes, como sinónimo de un elemento desechable. Y no hay que tomarlo personal, salvo que atente contra la integridad física y moral de la persona.

Pero tampoco hay que permitir que los errores de comunicación de otros afecten el trabajo propio. Hay algunos encargados que “secuestran” cierta información. A veces como para determinar “quién manda” y algunas otras para evitar errores de principiantes. Pero eso no significa que los practicantes no deban saber dónde encontrarla. Por ejemplo: notas programadas para publicarse al día siguiente. No las guardé y el chico del turno de la noche se molestó, aunque tampoco me preguntó si sabía donde estaban las notas. Se suponía que yo sabía. Y de supuestos no se tratan las prácticas, ni el periodismo.

Entonces me gané un regaño por ese desconocimiento. Recuerdo las palabras: “de por sí ya hay muchas cosas que hacer como para seguirle agregando a la lista, te encargo que no vuelva a pasar”. Eso sí, ya no volvió a pasar.

Ser practicante es complicado porque nadie quiere responsabilizarse de la capacitación, pero los responsabilizan por los errores que podrían evitar si les explicaran como trabaja la empresa, es complicado porque hay mucho que hacer, pero no hay orden para llevarlo a cabo.

Anímense, no todo es tan malo. Tampoco es que deba ser así. Sin embargo, hay que ser receptivo tanto para lo bueno, como para lo malo. Alguna vez, mi encargado me dijo que porqué pasar desapercibida en la redacción si no quería y me motivó a que enviara un proyecto a alguna de las secciones para así poder salir a la calle y reportear. No será sencillo y tal vez no se llegue a nada, pero periodista que no es insistente, no es periodista.

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