Claves

“El periodismo sigue siendo un trabajo de picapedrero”

Por Milagros Olivera Noriega

Publicado el 11 de julio del 2014

Alberto Amato es un periodista argentino que ha trabajado como corresponsal en Etiopía, Somalía, Nicaragua. En un texto en el diario Clarín  lamenta que los sucesos noticiosos actuales estén cada vez más ligados al entretenimiento, abandonando los principios que regían al ejercicio periodístico de su época.

El periodista, que en 1998 ganó el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, reconoce que los ritmos mucho más acelerados en la difusión de las noticias, la transformación que ha sufrido y sufre el periodismo, “han hecho que la producción y transmisión de los sucesos noticioso circule hoy por un camino asociado al entretenimiento”.

Esta situación implica en los periodistas veteranos “una necesidad de rápido y certero aggiornamiento y para los más jóvenes, “un desafío tremendo a sus dotes y a todo lo aprendido. Nada de eso habilita a que descuidemos la sintaxis, la construcción literaria y, a ser posible, la correcta conjugación de los verbos”.

El periodismo, define, “es, por encima de todo, la capacidad de expresar ideas a través de las palabras”.

EL PROBLEMA DEL ENTRETENIMIENTO

Amato utiliza como ejemplo su país, del que dice a confundido entretenimiento con humor. “El entretenimiento es una ciencia. El humor es un don. Hacer chistes no es entretener. Y mucho menos informar”. Según dice, esto ha originado que casi esté por olvidarse el sentido de dar noticias: informar al otro sobre lo que ignora y le interesa.

“El asado del domingo y sus desventuras, el nuevo peinado de la cuñada del productor, el flamante cinturón que luce el señor del tiempo anteceden hoy al conflicto en Crimea, a la pólvora a flor de piel en la Franja de Gaza, a la endémica corrupción que sacude el sistema político argentino. Todo salpicado por chistes viejos, malos, crípticos, por bromas internas cuyo sentido sólo conocen quienes las hacen y por guiños absurdos que buscan una complicidad imposible con el sufrido oyente o espectador“, lamenta.

El periodista recomienda diseñar nuevas estrategias de comunicación y nuevas formas de acercarnos al público, pues el periodismo “sigue siendo un trabajo de picapedrero” por lo que es necesario ser solemnes sin perder la claridad y simples sin ser poco profundos.

“No, muchachos y chicas. Estamos discurriendo lejos del recipiente. No podemos pintarnos la sonrisa de payaso y salir a escena con la foca y la pelota en la nariz para hablar de los dramas y bellezas que aquejan y alivian al mundo”, opina.

¿Qué piensan?

Vía Clarín

 

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Feminista. Estudio Periodismo en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Fui editora de Cultura de Diario16.

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