Claves
Ernest Hemingway: 53 años en la memoria
Por Milagros Olivera Noriega
Publicado el 02 de julio del 2014
Ernest Hemingway conocía la muerte incluso antes de suicidarse. Había participado en la Primera Guerra Mundial como parte del equipo de la Cruz Roja Internacional. Estuvo en España como corresponsal durante la Guerra Civil, experiencia que inspiró su libro “Por quién doblan las campanas” y presenció la Segunda Guerra Mundial. Los muertos y el dolor que la violencia genera no le fueron nunca temas ajenos.
Publicó siete novelas, seis recopilaciones de cuentos y dos ensayos. Hemingway pertenece a la generación de reporteros amantes del papel y afectos a las máquinas de escribir que anhelaban convertirse en escritores. Y él no solo recibió el Premio Pulitzer en 1953 por su novela “El viejo y el mar”; también fue reconocido con el Premio Nobel de Literatura un año más tarde.
Pero no fue. Hemingway se excusó y en su lugar acudió a Suecia el embajador de Estados Unidos de ese entonces, quien leyó un breve pero sincero discurso escrito por el autor de “Fiesta”.
“Escribir al mejor nivel, conlleva una vida solitaria. Las organizaciones para premiar escritores mitigan la soledad del escritor, pero dudo que mejoren su escritura. Crece en estatura pública a medida que se despoja de su soledad y a menudo su trabajo se deteriora debido a que realiza su trabajo en soledad, y si es un escritor suficientemente bueno, cada día deberá enfrentarse a la eternidad o a su ausencia”, anunciaba el texto en voz de otro.
Esta fue una de las primeras entrevistas que le realizaron en Cuba, tras recibir el Premio Nobel de Literatura.
Estuvo en Cuba, París, Perú, entre otros países. Su estancia en este último país fue retratada por el notable periodista Manuel Jesús Orbegozo, de cuyo texto publicado en la Revista Cultura Peruana extraemos un fragmento:
“–Como periodista, ¿cuál ha sido su mejor noticia?
-La liberación de París. Yo iba en el ejército de Patton.
Hemingway no escamoteaba ninguna pregunta. Al conminársele a que haga la descripción de Hemingway, contestó:
-Hace muchos años que no me miro al espejo.
-Y de sopetón:
-¿Y la muerte?
-Es una prostituta más –dijo con arte el viejo novelista.
En el minuto fatal, en el último minuto que estaba con nosotros, Hemingway fue genial. Al preguntarle por cual era el mayor éxito de su vida, expresó rotundamente y filosóficamente:
-Durar.
Luego, se fue”.
Para leer el texto completo puede hacer clic aquí.
Se casó cuatro veces y tuvo una relación familiar conflictiva acrecentada por sus constantes depresiones. El último lugar donde Hemigway estuvo se llama Idaho. Fue ahí, en el estado nacido bajo la premonitoria frase latina “Esto Perpetua” (“que sea perpetuo”) que el escritor, viajero, periodista y pescador ocasional le dijo –escopeta en mano– adiós a la vida un 2 de julio de 1961.
Publicado por:
Milagros Olivera Noriega
Feminista. Estudio Periodismo en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Fui editora de Cultura de Diario16.
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