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Libertad de prensa en Argentina, libertad rara

Por @cdperiodismo

Publicado el 26 de septiembre del 2013

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Por Nicolás Ríos Ayllón  

Es común escuchar en más de un argentino que no simpatice con el oficialismo argentino, que en la Argentina no hay libertad de prensa. Es común escucharlo en la calle, en la fila del supermercado, en el colectivo, en la radio, en internet, en la televisión y hasta en los diarios. Si se asegura que Argentina no tiene libertad de expresión, entonces, ¿cómo es que se sabe que la gente opina que no la hay? Si no la habría, yo no podría estar sentado frente a un teclado y tipeando esta columna.

El grupo Clarín es el grupo multimedios más grande que tiene la Argentina en cuanto a materia de información. En la actualidad y hace ya más de cinco años, el grupo Clarín atraviesa por una enemistad con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Esta enemistad, embarró el terreno de juego del grupo Clarín, cuando el 10 de Octubre de 2009 se sancionó en Argentina la ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual; una ley que sin lugar a dudas democratiza los medios, pero que también es sabido que los intereses de ésta (bautizada Ley de Medios K, por Clarín) es un duro golpe contra el grupo, ya que le exige una disminución notable de licencias, a pesar de que existe en Argentina una ley antimonopolio.

Hablar de censura en Argentina es complicado. Las censuras propiamente dichas ensuciaron salas de redacción e incendiaron emisoras de radio entre 1978 y 1983, durante la última dictadura militar.

La libertad de expresión está dividida, es una libertad rara. Los medios responden a intereses económicos de grandes empresas privadas, una de ellas Clarín; otra, el mismo gobierno argentino. Los periodistas que trabajan para sectores privados necesitan pensar como sus patrones lo indican, y eso, estimado lector, es una libertad rara. Si simpatizo para el gobierno, entonces tengo que trabajar en la Televisión Pública (que de “pública” tiene sencillamente poco y hasta nada); y si acaso tengo que simpatizar con algo malo y criticable que hizo el gobierno, entonces tengo que presentarme a hablar o escribir en uno de los tantos medios, bajo la firma de Clarín.

Ninguno de los extremos es bueno. El gobierno es el encargado de fomentar el odio hacia el grupo, el oficialismo necesita que golpear duramente al multimedios, tanto es así que crearon la frase “Clarín miente” para que los argentinos dejasen de consumir sus productos, que de mucho no les sirvió, sigue teniendo el canal con más rating de la Argentina, la radio más escuchada y el matutino con más tirada. A pesar de esto, Clarín durante el 2011 tuvo un fuerte bloqueo en las puertas de su planta impresora, al igual que el matutino La Nación (opositor también), comandado por un líder gremial muy cercano en ése momento a Cristina Fernández. Aquél día hubo silencio escrito.

Es destacable que las ganas del oficialismo por callar a Clarín, o tildarlo de mentiroso y monopólico, se encaminan por el lado siempre respetado de la democracia a pesar de que se trate de demostrar lo contrario.

Es Clarín culpable de que aquella ley promulgada en 2009 no pueda ser aplicada en un 100% porque quieren demostrar, mediante abogados, que es inconstitucional y que viola la libertad de expresión. Fue también el diario matutino, que lleva el mismo nombre que el grupo, un cómplice descarado de la cantidad de muertes durante la dictadura, porque decidieron sencillamente callar todo lo que sabían.

Por todo lo ya escrito digo que en la Argentina se puede hablar de libertad de expresión, pero de una libertad rara. Uno puede decir lo que quiera, pero tiene que saber encontrar el lugar indicado para decirlo.

Lo más raro de esta libertad de expresión, es que la Universidad Nacional de La Plata otorgó el premio Rodolfo Walsh al entonces presidente de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, él mismo que en su país dijo “Los medios de comunicación son enemigos de la Revolución” (04-10-01) “Los periodistas son miembros de comunicación antisocial… así voy a llamarlos desde ahora, lo prometo” (14-02-01)

Consulta la ley 26.522 desde aquí.

 

(*) Nicolas Ríos Ayllón es un estudiante argentino de periodismo en Universidad Católica de Salta. Esta es su cuenta de Twitter.

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