En busca de la verdad, un periodista arriesga mucho: su trabajo, su credibilidad, su propia vida y hasta el de las personas más cercanas. El oficio demanda una entrega total de parte del profesional, que debe tener en mente, como fin último, acercar conocimiento e información a la sociedad. A veces se puede soportar la presión, a veces no.

Altaf Baloch no pudo con las intimidaciones y hostigamientos que ha recibido, y antes de ser una víctima más, ha decidido alejarse del periodismo. Baluchistán, en Pakistán, es una ciudad en donde los abusos y la criminalidad se ejercita con plena libertad. Ahí esta profesión no tiene el mejor escenario para desenvolverse.

En una nota para The Balochistan Point, Baloch denunció a las autoridades por su displicencia y su indiferencia ante esta situación. “Consideramos que el Gobierno es responsable de todas las circunstancias en Baluchistán porque el gobierno aún no ha sido capaz de proteger a los periodistas”, señaló.

El periodista reveló haber recibido una llamada, el pasado 7 de julio, en el que una voz lo responsabilizó de haber circulado mensajes de textos sobre la tortura contra una mujer. Fue desde aquel día que Altaf Baloch, una vez que lo amenazaron de muerte, decidió alejarse del periodismo.

“Las amenazas de muerte regulares me han obligado a renunciar a mi profesión o estar escondido en algún lugar”, contó el reportero. Su preocupación es evidente por la realidad de Baluchistán, por es invocó a las organizaciones de internacionales a intervenir.

“El fracaso de las autoridades responsables demuestra que ahora la comunidad internacional debe prestar atención a la seguridad de los periodistas en la conflictiva provincia de Baluchistán”, agregó.

Publicado por:

Alvaro Reyes

Editor de contenidos en @cdperiodismo

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