Carmen del Riego, presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), reconoce que los medios –y los periodistas–están perdiendo credibilidad entre los ciudadanos, que encuentran otros métodos para informarse.

A continuación un extracto de la amplia entrevista que concedió a The Cult.

-Frente al llamado periodismo ciudadano, el periodismo convencional tendría que exhibir un mayor rigor y un mayor peso intelectual. Sin embargo, la tendencia actual es la contraria. Los veteranos y los periodistas más experimentados son sustituidos por becarios, que además ya no tienen de quién aprender en las redacciones. Para colmo de males, llegan a la profesión jóvenes que aprobaron la licenciatura escribiendo con faltas de ortografía. Es como si se hubiera producido una degradación cultural de nuestro oficio.

-No estoy excesivamente de acuerdo con que exista esa degradación cultural. Creo que la gente que llegaba a los medios hace veinte años estaba igual de preparada. En todo caso, no es patrimonio del periodismo. Atañe la sociedad en su conjunto. Si me hablas de problemas relacionados con la educación básica, se dan también en la arquitectura, en el derecho y en el resto de disciplinas. Partiendo de ahí, sí creo que se pueden mejorar los estudios universitarios de Periodismo. No porque se aprenda a ser periodista en la facultad de Ciencias de la Información, sino porque el estudiante debe tener una cultura básica para luego ejercer la profesión. El resto es cuestión de práctica, y del mismo modo que un abogado aprende el oficio en el bufete, el periodista lo hace en el periódico. El gran problema que yo veo es el otro que apuntas. Todos hemos empezado de becarios en esta profesión. Aprendías el oficio al lado de alguien te lo enseñaba. El gran drama del periodismo es que se está expulsando de la profesión a personas de más de 50 años, porque son las que más cobran, por antigüedad. Si los actuales becarios no tienen a su lado a un veterano del que aprender, no podrán ejercitarse en la búsqueda de información o en la confirmación de los datos. Cuando empecé a trabajar en una agencia, a principios de los ochenta, ETA cometía sus crímenes casi todos los días. Por aquel tiempo, aprendí de mi jefe una lección que me ha servido muchísimo, y que me parece básica. Él me enseñó que un herido grave puede morir al minuto siguiente, pero un muerto no puede resucitar jamás. En otras palabras: hay que ser cauteloso a la hora de informar sobre un asunto de este calibre, y contrastar todas las fuentes para asegurarse de no cometer un error grave a la hora de informar. Hoy no se enseña nada de esto a los jóvenes. Por el contrario, se les dice que lo importante es lanzar la noticia lo antes posible, aunque no se haya podido contrastar con todas las garantías. Ese es un gran error del periodismo actual, y sin duda, va en nuestra contra. Si informamos de una muerte, y después resulta que no es cierto, el lector deja de considerarnos una fuente fiable. El rigor es imprescindible para nuestra credibilidad.

-Respecto a esto último, la prensa digital se ha acostumbrado a ir corrigiendo los titulares sobre la marcha

-No es aceptable que informemos de una cosa, y luego digamos la contraria al minuto siguiente.

-¿Y crees que esta tendencia tiene remedio?

-Quienes nos dedicamos a esta profesión tenemos que recuperar los principios básicos del periodismo, pero también nos tienen que ayudar mucho los ciudadanos. Son ellos quienes deben premiar a los medios rigurosos y retirar su confianza a los que no cumplan con esos criterios fundamentales.En realidad, el derecho a la información corresponde a los ciudadanos. La Constitución garantiza su derecho a recibir libremente información veraz. No dice que esa información deba ser comunicada lo más rápido posible… Dice que ha de ser veraz.

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