Claves
10 (malas) razones para no salir a reportear
Por Esther Vargas
Publicado el 21 de septiembre del 2010
Los editores o jefes de redacción debemos de admitir nuestra responsabilidad. Eso para empezar. Vamos apurados y apurando a los redactores que están a nuestro cargo. Hay que cerrar en horas razonables, en el Perú y en todas partes. Y por eso hay que presionar todo el tiempo. Respondemos a la dictadura del cierre, la cual los novatos periodistas no suelen comprender hasta que un día cualquiera asumen la responsabilidad (me pasó a mí).
Pero, ¿por qué los jóvenes periodistas no salen a la calle y prefieren quedarse en la redacción haciendo llamadas y ‘googleando’?
El último sábado durante el Press Camp , el colega Manuel Igreda del diario peruano La República recomendó a los reporteros salir a la calle. “Las notas de prensa son para leerlas, no para copiarlas”, dijo. Y acotó: “No importa en qué medio estás, el periodista tiene que estar en el lugar de los hechos”. Para Igreda, “periodista que no hace calle no es periodista”.
Igreda estuvo brillante. Se necesitan lecciones así, no basta con decir que es obvio y que ya se sabe.
Pero, ¿por qué los periodistas no salen a reportear?
1. El reportero quiere salir temprano y casi siempre quedarse en la oficina haciendo llamadas y chequeando cables de agencias de noticias, ‘googleando’ o viendo el Twitter es la mejor forma de no prolongar la jornada laboral más de lo habitual.
2. El reportero pregunta de qué tamaño será la nota. Si la respuesta es que será un breve o una nota de apenas tres párrafos la actitud más recurrente se resume en cuatro palabras: “lo sigo desde aquí”.
3. El reportero no tiene ánimo de ensuciarse los zapatos porque quizás en la noche tiene algún plan.
4. El reportero propicia que el editor lo prefiera en la redacción cuando acostumbra a invertir el doble / triple de tiempo en una historia solo porque salió a la calle y al regresar no tiene la menor idea de cómo empezar a redactar. Si le pides un titular tentativo se queda perdido, y se retira a verificar sus notas. Sí, a este tipo de periodista es mejor tenerlo guardado cuando se trabaja contra el tiempo. Quizás habría que tenerle un poco de paciencia.
5- Hay un redactor joven en la redacción, pero también hay uno más joven, y el primero prefiere que el segundo vaya a recorrer la calle. “Le toca pagar piso”, se dice en el Perú. Como si salir a la calle fuera un castigo. Y quedarse en la oficina fuera un premio.
6. El redactor tiene otras prioridades. Si estudia a las 6 de la tarde, si enseña PERIODISMO en alguna parte, si acostumbra a recoger a la novia o novio antes de las siete.. este redactor evitará de todos los modos posibles la tarea de reportear. Y lo peor es que intenta convencerte todo el tiempo de que es más útil dentro que afuera.
7. El redactor quiere todas las condiciones a su favor para salir a la calle. Y si bien es cierto que el medio debe proporcionarle todas las comodidades para que haga su trabajo no son pocas las veces en las que, por ejemplo, no hay movilidad. El redactor se niega a ir en taxi, y se queda a buen recaudo en la redacción, incluso cuando se trata de una distancia pequeña.
8. El redactor se proyecta a la nota firmada. No toda su producción terminará en una nota firmada, así que invierte las suelas de sus zapatos solo cuando se trata de una página o una doble página, donde -por lo general- aparecerá su crédito.
9. El redactor está realmente ‘enganchado’ con las redes sociales, y cree que toda la información necesaria para generar contenidos está en Facebook y Twitter, por lo que hace hasta lo imposible para no moverse de su silla.
10. El redactor no sabe mirar lo que hay en la calle, y cree que haciendo diez llamadas para una nota alcanza la profundidad que el tema requiere. Falso. Este redactor elaborará notas declarativas -esas en las que solo hay dijo, manifestó, señaló e indicó-, olvidándose de observar, describir e interpretar. No sabe observar, describir e interpretar porque vive pegado a un frío teléfono.
La culpa es también de nosotros, los que comandamos equipos. Hay que hacer un mea culpa, y recordar todas las veces en las que hemos frustrado los deseos de reportear de nuestros periodistas.
Y hay excepciones notables, periodistas que no pierden ni por un segundo su alma de reporteros, incluso cuando ya tienen canas y una asfixiante jefatura encima.
Publicado por:
Esther Vargas
Periodista. Directora de Clases de Periodismo y La Ruta del Café Peruano. Consultora en Social Media. Editora web del diario Perú21 del grupo El Comercio de Perú. Especialista en periodismo digital, comunicación digital y social media.
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