José Crettaz: “Internet existe y es el presente de los medios”
Por Esther Vargas
Publicado el 29 de abril del 2010
Si estás en Twitter y te interesa estar informado de periodismo posiblemente ya sigas a @jcrettaz, periodista argentino formado en una redacción tradicional (de papel, como dicen ahora) que ha descubierto en Internet un aliado para ejercer su labor y estar bien informado.
José Crettaz se dedica al periodismo desde 1998, año en que ingresó al diario La Nación de Argentina. Es profesor de Periodismo, Publicidad y Teoría de los Medios; y Gestión de Medios y Entretenimientos, en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y en la Universidad del Salvador (USAL).
A continuación una prolongada entrevista sobre periodismo, Internet, redes sociales y la prensa en Argentina.
Eres docente y un periodista que se formó en el terreno del papel. ¿Qué cambios adviertes en el periodismo actual?
Me parece que el periodismo actual está signado por la incertidumbre. Y esto, desde varias perspectivas. Incertidumbre sobre la necesidad de un periodismo profesional en un mundo en el que cientos de miles de blogueros se consideran a sí mismos periodistas; incertidumbre laboral por la crisis de las empresas periodísticas tradicionales que aún no le encuentran la vuelta a un nuevo modelo de negocios basado en la web; incertidumbre planteada por los cambios tecnológicos en las rutinas productivas y que en el caso de los “periodistas de papel” –como se nos ha rebautizado– implican un cambio de paradigma desestabilizador (de tener todo un día para producir una noticia pasamos a tener sólo algunos minutos, por decir algo); a eso se suma en Argentina la incertidumbre generada por la discusión impulsada desde un Gobierno que ya no oculta su hostilidad respecto del periodismo profesional y su preferencia por un periodismo partidario y polarizado.
En este contexto, yo adhiero a los que creen que el ADN del periodismo sigue intacto: dar noticias (entendida como aquello de relevancia pública que alguien no quiere que se sepa) y contar historias que valgan la pena. ¿Cómo? Aplicando las mismas recetas de siempre: consultando todas las fuentes involucradas y contrastando sus versiones, chequeando datos, respetando los hechos y teniendo presente el interés y las necesidades de la audiencia. Sin embargo, no puede negarse que estamos ante un proceso de transformación inédito. Sobre todo para los periodistas de medios “tradicionales”, como los diarios. El emergente imperio de la inmediatez en la web nos sacó la modorra. De repente empezamos a contar historias en vivo, algo que nunca habíamos hecho. Y no sólo eso: ahora transmitimos en vivo ¡con audio y video! Videocolumnas, videoanálisis, o simples audios o videos, slideshows, mapas interactivos, encuestas, convocatorias a la participación de los lectores… y tantas otras cosas empezaron a hacer expresiones –y realidades- de uso cotidiano.
Eso también es nuevo y revolucionario: los lectores critican nuestros textos, los someten a un escrutinio minucioso, discuten sobre lo que escribimos o contamos los periodistas, nos desmienten, e incluso nos insultan. Inaudito, pero real. Y lo más sorprendente: nos acostumbramos a ese control permanente y, en mi caso, cada tanto (cuando dispongo de algún tiempo) intervengo entre los foristas que comentan los temas de mis notas y converso con ellos. Y como si esto fuera poco, están las redes sociales.
PRESENCIA EN LAS REDES SOCIALES
Ahora resulta que hay que estar en Twitter, Facebook, Foursquare y Linkedin, por decir algo. Yo estoy ahí y me gusta. Estoy en Facebook, Twitter y Linkedin. No me da la vida para más. Uso sobre todo Facebook y Twitter y más que nada para compartir información.
En La Nación hemos usado Twitter en varias coberturas y muchos “periodistas de papel” (como nos han rebautizado a los que venimos de la “plataforma papel”) estamos usando profusamente la red de microbloging. En mi caso (@jcrettaz), empecé a usar Twitter hace casi un año, en junio de 2009.
Para las elecciones legislativas, el diario experimentó con una cobertura en vivo mediante esa red y fue un gran aprendizaje. Desde entonces, participé en varias coberturas similares, la más interesante de todas fue la de la sanción de la nueva ley de medios, donde se entremezclaron los twits de los periodistas con otros usuarios de twitter que usaron el hashtag #leymedios. Fue una experiencia interesantísima.
Actualmente, mi red de seguidores está más relacionada con el interés profesional sobre el periodismo, los medios, el entretenimiento, las industrias culturales y las nuevas tecnologías. Mis followers son mayormente expertos o interesados en esos temas y en buena parte viven fuera de Argentina.
En Facebook hace mucho tiempo que estoy, pero lo uso con mucha más frecuencia desde hace poco. Allí comparto links y comentarios sobre la realidad política y económica de nuestro país, y debato sobre esos temas con quienes estén dispuestos al intercambio de posts. Últimamente, lo uso casi como blog. También me contacto con relacionistas públicos, chateo con agentes de prensa y recibo información mediante el correo interno de Facebook. Como decía antes, por lejos, lo que más me gusta de esta red social son los debates que se arman en mi muro a partir de mis posteos o linkeos sobre la realidad política, económica y social nacional. Además, he descubierto que “eso” tiene mucha audiencia.
Hace un par de años, pensé en dejar a Facebook como vínculo con amigos (en el sentido estricto, no en el que le dio Facebook, algo más devaluado) y familiares, y concentrar en Linkedin mis relaciones con colegas y expertos. Pero la gente está en Facebook y cuando se me empezaron a acumular las invitaciones para “hacer amigos” me di por vencido y apliqué el mismo criterio para ambas redes sociales. Ahora no uso redes sociales para intercambiar fotos o datos privados o familiares, sino sólo aquello que se relaciona con mi trabajo, el periodismo y la docencia.
¿Consideras que la inmediatez de Internet está llevando a muchos medios y periodistas a olvidar algo tan básico como confrontar fuentes?
Considero que es un riesgo. No creo que sea sincero excusarse en la inmediatez para no chequear datos, sobre todo cuando la información que publicamos pueda afectar la vida de las personas mencionadas en esas noticias. También me parece grande el riesgo que implica la retroalimentación que hay entre los medios que se citan (en el caso del fair play) mutuamente sin confirmar las informaciones. Es cierto que las plataformas digitales permiten algo que en papel era imposible: corregir en cualquier momento. Sin mentir deliberadamente ni tergiversar, esa posibilidad debe ser considerada.
LA TECNOLOGÍA Y LA OPORTUNIDAD
¿Cómo lograste familiarizarte con espacios como Twitter y el blog? ¿Te costó mucho trabajo? ¿Qué le dirías a tus colegas que consideran Internet como algo terrorífico y complejo?
Terrorífico o no, complejo o no, Internet existe y es el presente de los medios. Ya no hablamos de futuro, hablamos de realidad actual. El que se adapte más, más rápido y mejor, sobrevivirá como profesional. El que no, no. Los periodistas estamos ante un racimo de oportunidades derivadas de la masificación de las nuevas tecnologías y, sobre todo, de lo que la audiencia hace con esas tecnologías. La oportunidad de contar mejor las historias, de interactuar con los usuarios (una expresión que hemos aprendido a utilizar en lugar de “lectores”), de conseguir mejor información y más rápidamente, de aprender y mantenerse actualizado.
¿Qué es lo que más te fascina de Twitter?
La inmediatez; la eficiencia para transmitir una idea, un consejo o un link; la oportunidad de colaboración horizontal; el acceso a los expertos sin intermediarios y sin fronteras; la posibilidad de dialogar sin ahogarse en texto; y de encontrar a las personas que se interesan en los mismos temas que uno. Y podría seguir. En cualquier caso, la clave en Twitter es seguir a las “personas correctas”. Es decir, seguir a “aquellos que dicen cosas que me interesan”.
¿Qué cosa no te gusta de Twitter?
No encontré hasta ahora nada negativo en Twitter, pero sí en la experiencia de consumo y no tiene relación con la plataforma: me disgusta no poder seguir a más gente porque físicamente no podría leer lo que postean.
PERIODISMO BAJO ASEDIO EN ARGENTINA
Eres miembro del Fondo de Periodismo Argentino (FOPEA), el cual ha entrado con fuerza a presentar sus investigaciones en la red. ¿La prensa independiente empieza a abrirse paso en Argentina? ¿Qué está pasando con los medios en tu país?
Por estos días hay una gran discusión en Argentina acerca del periodismo independiente. Los principales miembros del gobierno tienen un discurso hostil hacia algunos medios y muchos periodistas. De hecho, está en discusión la expresión “periodismo independiente”. Personalmente, prefiero hablar de periodismo profesional. Me parece que lo otro es periodismo ideológico o militante, lo que no está mal siempre que sea honesto y no caiga en la tergiversación, la manipulación o la mentira para sostener la ideología.
En el seno de Fopea, una organización centrada en la búsqueda de la ética y la calidad periodísticas y en la defensa de la libertad de expresión, tenemos un fuerte debate sobre estos puntos. Nuestra organización ha estado sometida a muchas presiones y no exagero si digo que estuvo cerca de la disolución durante el tratamiento en el Congreso de la nueva ley de medios audiovisuales.
El periodismo profesional está bajo asedio en Argentina. Cualquiera que haciendo periodismo ponga a contraluz las contradicciones de esta administración es acusado de todo un rosario de pecados. El Gobierno instaló la idea falsa de que existe una concentración informativa y señala como jefe de ese conglomerado al Grupo Clarín, que sin dudas es un emporio de medios grande pero muy lejos de poder ser equiparado a Globo de Brasil o a Televisa de México.
En Buenos Aires hay más de 15 diarios de distintos dueños; en Argentina hay cinco cadenas de noticias nacionales de distintos dueños, estilos y líneas editoriales, y en los próximos días abrirán otras dos cadenas (una estatal y otra privada de tendencia oficialista); hay miles de emisoras de radio y cientos de periódicos, sin contar la infinidad de blogs y portales de Internet. El propio Gobierno ha conformado un grupo de medios privados afines que sólo sostienen sus operaciones con la publicidad oficial.
A mi criterio, la ley de medios –que, sin dudas, contiene aspectos positivos- es un disfraz para construir un conglomerado de medios oficial sobre las ruinas de muchos privados. Podría haberse hecho de manera distinta, favoreciendo la diversidad sin destruir lo existente. Sobre esto he escrito mucho en mi blog (mi último post sobre el tema es un poco viejo pero sigue vigente). Sin ir más lejos, y para graficarte esta situación, te resumo algunos hechos ocurridos en los últimos días.
- Buenos Aires se empapeló con afiches sin firma en los que se “escarcha” –como decimos aquí- a periodistas prestigiosos sólo por el hecho de trabajar para empresas del grupo Clarín (en realidad, son periodistas que trabajan para distintos medios, entre ellos algunos de ese grupo).
- Un periodista que escribió un libro sobre la manipulación de estadísticas oficiales para que no reflejen los verdaderos índices de inflación y pobreza fue agredido en la Feria del Libro durante la presentación de esa obra por un grupo de violentos entre los cuales había empleados del organismo de estadísticas presuntamente enviados por funcionarios.
- El sector de las Madres de Plaza de Mayo que se identifica con el gobierno hará mañana un “juicio ético” a periodistas por su comportamiento durante la última dictadura. Paradójicamente, este linchamiento simbólico incluye a periodistas críticos que durante la dictadura fueron perseguidos (como Magdalena Ruiz Guiñazú).
- Varios periodistas críticos del Gobierno han sido agredidos verbalmente en la calle en las últimas semanas, entre ellos Nelson Castro, Luis Majul y Fernando Bravo (los tres muy reconocidos).
- Anoche (el martes), en la Feria del Libro, durante la presentación de su último libro, Ruiz Guiñazú fue agredida verbalmente.
¿Qué valores se están perdiendo en el periodismo?
La crispación, el clima de hostilidad, la polarización y la agresión permanente empujan al periodismo profesional a adoptar una posición que parece ser: o se está con el Gobierno o se está en contra. O mejor dicho: el que no está a favor del Gobierno, está en contra. Ese es un riesgo enorme. El periodismo profesional no debe caer en la provocación, debe seguir haciendo su trabajo sin reaccionar, sin tomar partido. Pero eso es tremendamente difícil en las actuales condiciones.
¿Crees que Internet nos ayuda a hacer un mejor periodismo?
Creo que ya nos está ayudando. Y esto recién empieza.
Publicado por:
Esther Vargas
Periodista. Directora de Clases de Periodismo y La Ruta del Café Peruano. Consultora en Social Media. Editora web del diario Perú21 del grupo El Comercio de Perú. Especialista en periodismo digital, comunicación digital y social media.
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