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En Cuba no te conectes

Por Esther Vargas

Publicado el 12 de abril del 2009

Este texto lo publiqué en Perú.21hoy.
En Cuba no te conectes

Media hora de conexión a Internet en Cuba puede llegar a costar cinco dólares. Y eso no es lo peor. Un mojito – ron, azúcar, lima, hierba buena y agua con gas – al lado de la PC y una foto del Che muy cerca. Estás en un hotel cinco estrellas de Varadero, y todo hace indicar que nada impedirá que te conectes con el mundo. La computadora de la sala de chat parece recién comprada, pero cuando pretendes ingresar a tu correo de Gmail, la espera te refriega en la cara que Varadero también es Cuba.

Para no irritarte te acabas el mojito, buscas otro y regresas: tu cuenta de Gmail sigue en la nebulosa. Ingresas a Facebook, pero no puedes hacer nada porque la página parece congelada, como si fuera una foto, inmóvil. El famoso Twitter avanza, despacito como los carros Chevrolet del 50 que luego verás en La Habana.

Yoani Sánchez, la blogger más famosa de la isla, me advierte: “Varadero es como otro país, así que espero que puedas darte un saltico hacia la realidad de La Habana”. Me lo dijo cuando yo estaba todavía en Lima. Luego comprobaría que Varadero es muy Cuba cuando se trata de chatear o de postear, o de apenas cambiar tu estado en el Facebook, o ver tu correo electrónico. Un twitt de Yoani lo señala bien: “Estoy conectada, quizás por una hora más y trato de optimizar mi tiempo online”. Si accedes a Internet en Cuba, lo menos que puedes hacer es navegar a ciegas, o matar el tiempo.

Reporteros sin Fronteras (RSF) ha señalado que el régimen cubano es uno de los que más limita la libertad en la red. La organización cuestiona el precio del acceso (muy elevado) y llama la atención sobre el control de las autoridades. También alerta que ser blogger en el país de Castro es una actividad castigada. Allí está Yoani, impedida de salir de la isla, sin pasaporte. En 2008 ganó el Premio Ortega y Gasset, y no pudo ir a España a recogerlo porque el Gobierno se lo impidió. La llaman “disidente profesional’, y como respuesta ella postea, en su blog Generación Y. Lo hace desde los hoteles, ahora abiertos al público. No usa un nick (alias). La visibilidad la protege. Al comienzo de su aventura –en 2007– escribía en su casa, y corría a los hoteles para conectarse. Su piel blanca la hacía confundirse con europeas. No navegaba. Ni leía los cientos de comentarios. Apenas colgaba su texto cuando el tiempo y el dinero le anunciaban que habían expirado.

En La Habana no busques cibercafé. Deja que la suerte te alcance. Ningún tour te permite asomar siquiera a la fachada de alguno. Los hay, pero encontrarlos puede ser un milagro luego de dar muchas vueltas.

La red nacional permite acceso a sitios gubernamentales y a una dirección de e-mails terminada en “.cu’, controlada por las autoridades, explica RSF. A la red internacional solo pueden ingresar los extranjeros desde los hoteles. Intentar navegar por Yahoo, Hotmail y Google es una aventura penosa. A veces, y solo a veces, funciona.

Cuando ya se iban a cumplir 60 minutos de batalla (dos tarjetas, diez dólares) ingresé, al fin, a Gmail. Abrir el primer mensaje costó cinco minutos, el segundo e-mail quedó en el aire. Era mejor abandonar la sala de Internet y zambullirse en el mar, donde los 30 grados de temperatura te hacen olvidar tu estado de “conectado’ sin conexión.

En las entidades oficiales e instituciones educativas y culturales, la navegación no es una ilusión. Cuando hace un tiempo se descubrió que las famosas e imponentes jineteras tenían competencia en el mundo virtual, más de uno pensó que entre las burócratas, profesoras y alumnas había surgido una nueva casta de prostitutas on line, como lo cuenta Guillermo Fariñas Hernández, periodista, detenido, liberado, en huelga de hambre, combativo columnista de Cubamatinal.com.

Cuba está en la lista de los doce enemigos de Internet junto a Arabia Saudí, China, Irán, o Vietnam, entre otros países que evitan a los internautas acceder a material “indeseable’, contrarrevolucionario.

Camino a La Habana, el publicista mexicano que va a mi lado se detiene a tomar una foto: es un cartel con el rostro de Hugo Chávez, el presidente venezolano. Cuba le da las gracias. El guía se llama Roberto. Es un cadencioso cubano que te puede hablar de su vida íntima con imágenes, pero ignorarte sin elegancia cuando le preguntas dónde está Fidel.

En las escuelas habaneras hay computadoras para los alumnos y maestros, pero el cable no llega al enchufe, no siempre. La Universidad de Ciencias Informáticas , imponente y con web te enlazan a Gramma o Juventud Rebelde. No se te ocurra esperar que carguen las fotos del sitio. Pablo estudia allí. Si le preguntas cómo son los famosos talleres de red y cuánto tiempo, y con qué libertad logra conectarse, el muchacho sonríe. También hay un Palacio Central de Computación en el centro de La Habana. Los chicos del Joven Club de Computación – hay 600 en el país– apenas murmuran que la conexión nunca va, o va lenta.

Fidel Castro acaba de culpar del desastre a los Estados Unidos. Sus críticos afirman, en cambio, que la estrategia del Castro mayor, y de su hermano Raúl, el presidente, es mantener a los cubanos desconectados para evitar que se deslice información contrarrevolucionaria.

La versión oficial es que la isla se conecta por medio de un enlace satelital que le permite un ancho de banda de 65 Megabytes por segundo de bajada y 124 de subida. Según el gobierno de La Habana, modificar esa velocidad requiere licencia del Departamento de Tesoro de los EE.UU. Por ello, los ciudadanos no pueden tener el servicio en casa.

PEOR IMPOSIBLE. El Servicio de Correos cubano facilita tarjetas prepago por tres horas de conexión a 4.50 dólares. Un turista paga 5 dólares por media hora. El salario promedio de los cubanos alcanza los 17 dólares. ¿Puedes pensar en conectarte cuando el costo de tres horas casi muertas asciende a un tercio de tu remuneración?

En el barrio de Miramar hay un cibercafé que los habaneros miran con frustración. La Academia de Ciencias de Cuba abrió un local en el Capitolio de La Habana. El precio: 5 dólares la hora. El turista se anima a pagar pensando que no sufrirá, el cubano quizás se pregunte si en tu país Internet es también un lujo.

Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), dependiente de la ONU, Cuba presenta la menor tasa de penetración de Internet en América Latina, pues apenas el 0,9 % de los 11,2 millones de ciudadanos accede a la red.

Tener Internet en casa está prohibido. No busques conexión wifi. Guarda tu laptop, y regresa a escribir en una libreta, como Hemingway en el Floridita, donde tomando un daiquiri – como el que bebía el escritor (ron, limón, marrasquino y azúcar) – escucho a un gringo preguntar dónde diablos hay un cibercafé.

El 1 de abril, el Ministerio de Comunicaciones autorizó la venta de computadoras a particulares, lo cual no significa Internet para todo el mundo. Menos si te fijas en el precio y piensas en el salario.

Una Haier, de tecnología china, con un procesador Celeron, a 3.06 GHZ de velocidad, 256 MB de memoria RAM, disco duro de 80 GB y monitor convencional cuesta más de 800 dólares.

En 2010, Cuba estará conectada con Venezuela mediante un cable submarino de fibra óptica que resistirá las travesuras de los tiburones. El tendido podría multiplicar por 3,000 la capacidad de la isla para sus enlaces con el extranjero. Si los dejan, claro.

LA REVOLUCIÓN.COM. Yoani Sánchez describe así el drama de conectarse: “…Una verdadera revolución.com ocurre paralela y contraria al racionamiento que también nos quieren imponer en el mundo virtual. Esta no tiene barbudos, ni fusiles y mucho menos un líder gritando en la tribuna. Es lenta y aún focalizada, pero alcanzará a casi todos los cubanos. Sus comandantes llevan raros nombres como Gmail, WordPress, Skype o Facebook: no crean división, sino que unen personas. El efecto de esta revolución tecnológica durará más que cincuenta años; para impedirla o controlarla poco pueden hacer los ministerios, los filtros electrónicos o las promesas de acceso que no se materializan…”.

Yoani no está sola. Comienzan a surgir bloggeros independientes. Cineastas, poetas, escritores e investigadores escriben sin miedo en sus bitácoras. Para escribir en Cuba hay que ser valiente, y sobre todo, tener paciencia. O ser un internauta en cámara lenta.

Algunos alcances:

El 30 de marzo, la bitácora ‘Reflexiones del compañero Fidel’ cumplió dos años.

Norelys Morales es escritora y blogger de la revolución. Le solicité una entrevista, pero vía email me indicó que no tenía tiempo, y que la información que buscaba se encontraba en Internet.

Desde su blog Isla Mía ataca a Yoani Sánchez y a los ‘gusanos’ (disidentes). Ha creado una Red Social de Corresponsales de la Revolución, donde los extraños no seremos admitidos.

Yoani Sánchez habla sobre el periodismo ciudadano aquí
La nota en Diario Uno de Argentina aquí

Publicado por:

Periodista. Directora de Clases de Periodismo y La Ruta del Café Peruano. Consultora en Social Media. Editora web del diario Perú21 del grupo El Comercio de Perú. Especialista en periodismo digital, comunicación digital y social media.

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