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AAR, dos pendejeretes y Perú.21

Por Esther Vargas

Publicado el 27 de noviembre del 2008


No quise postear antes porque esperaba que me pase la pena, la rabia y la confusión. No quería que mis impulsos interfirieran con la razón, por lo que preferí guardar en privado la desazón, la indignación y el dolor de lo ocurrido. En estos días he comentado apenas algunas líneas en ciertos blogs, he expresado en el Facebook mi angustia y me he opuesto a la campaña ‘No compres Perú.21″. A mis amigos he dicho lo que tenía que decir, y a ciertos coleguitas mártires he cursado el mail necesario o la llamada telefónica justa para dormir tranquila.

Algunas horas atrás, recién llegada del encuentro en el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), he decidido escribir algunas líneas, advirtiendo claro que la pena no se ha esfumado. Encontrar a Augusto Álvarez Rodrich en el debate sobre los petroaudios fue como regresar a su oficina en el diario, donde cada tarde solíamos reunirnos para analizar los temas del día. Confieso que nunca me gustaron las reuniones, sobre todo porque pensaba que el tiempo se me iba entre risas y anécdotas que podría evitar. Hoy añoro esos días. Quizás por eso disfruté tanto al escucharlo en IPYS.

Cerrando los ojos me transportaba a esa mesa, donde con sus lapiceros de todos los colores apuntaba en su pauta lo que iba a publicarse en cada página. Pero esa historia ya terminó, y Augusto parece más convencido de ello que muchos. Me refiero, sobre todo, a aquellos que quieren hacer un diario sin un diario, petardeando lo que queda. Y lo que queda somos periodistas, periodistas honestos que solo esperamos un desenlace decente para nuestra carrera decente. Nosotros no somos empresarios. No somos lobbystas. No tenemos ONG. Nosotros ni siquiera somos parte de la argolla bloguera.

Yo solo quiero decir que trabajar con AAR ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. En mi carrera solo he tenido dos directores a tiempo completo: Blanca Rosales y AAR. Sí, con ellos dos yo conocí lo que era cerrar contra el tiempo; con ellos dos yo aprendí a poner un buen titular; y a no olvidarme de las otras voces, y de todos los consejos que sobre la marcha de una jornada apurada ellos sabían dar. No hablaré de Blanca hoy, porque este post es sobre AAR, quien a diferencia de otros señorones se hizo periodista metiendo la nariz en la redacción, desde muy muy temprano hasta esa hora en la que ya todos dormían, y él seguía calibrando ideas para entregar a sus lectores un mejor diario.

AAR hizo de Perú.21 el mejor diario del país. Pero no estuvo solo. Claudia Izaguirre y Mito Tumi estaban allí, detrás de los editores, y los editores detrás de los redactores y de los fotógrafos, mientras los diagramadores nos recordaban –con Ángel Hermoza al frente- que el diseño no se debía traicionar nunca. Éramos un equipo que reía y se peleaba, como pasa en todas las familias. Hoy, AAR ya no está. Y quedamos todos los mencionados, con Claudia y Mito, las personas en las que mi ex director confiaba plenamente. De todo lo escuchado anoche, yo me quedo con el deseo de larga vida para Perú.21. Sí, si se puede así será.

Los que seguimos en el barco hemos tolerado en estos días de turbulencia agravios diversos de gente no necesariamente profesional y honesta que se hace llamar periodista, y que bajo ese disfraz nos invita a renunciar, o nos trata como muñequitos de torta. Según dijo alguien cuyo post ya no encuentro en Internet (ojalá alguien me ayude a ubicarlo), el talento será nuestra mejor carta de presentación para buscar chamba. Qué fácil. Qué romántico. Suena tan bien que parece un copy paste. Dijo el señor fulano que cuentas teníamos todos, y a quitarse del barco se ha dicho. Yo no me he comprado una casa en este tiempo así que no tengo que pagar crédito hipotecario. Yo no me he comprado ni una 4×4 ni un Tico, así que no debo nada al banco. Yo no tengo hijos, apenas cuatro gatas pitucas. Mi más grande patrimonio es mi iPhone, cuya mensualidad puedo pagar sin llorar, pese a la crisis internacional. Así que no me quedo aquí por dinero. Y a muchos les pasa lo mismo. Pero en el supuesto que mis compañeros se quedaran por sus deudas o su carga familiar, eso, déjeme decirle, también está muy bien, pues trabajar para pagar las cuentas y no meter cabeza también revela nobleza, señor.

Yo me quedo en Perú.21 porque esta ha sido una casa amable, grata y generosa desde hace más de seis años. Me quedo porque la esperanza de seguir siendo parte de un buen diario persiste, en este minuto.

Todas las manos, todas las manos –a excepción de las de Augusto- siguen aquí. Me refiero a las manos de los que realmente hacen el diario. Porque los columnistas, a quienes aprecio y respeto, no eran parte de nuestra redacción activa. Al menos, yo jamás cerré codo a codo con Rospigliosi o Manrique, o con Basombrío o Tanaka. Y me hubiera gustado, la verdad. Me hubiera encantado hacer con ellos y mis redactores el diario minutos después de que la tierra se derrumbara en Pisco, o un domingo Día de la Madre, o un 24 de diciembre. Los columnistas han dejado un gran vacío, pero la redacción sigue corriendo, y sigue buscando mejores fotos, y sigue viviendo el día a día con la angustia que embarga a los periodistas de 24 horas.

Los columnistas –los de la sección Política mayoritariamente- ahora tienen blog y yo los leo con cariño. Convertirse en ex (ex columnistas) es un grado superior y legítimo que uno debe buscar a veces. Lo saben bien las y los ex.

Estas líneas finales son para los bloggers, quizás la nueva conciencia nacional del Perú. Yo leo a los bloggers más que a los ex columnistas del diario, y les aprecio el ingenio, la valentía, y hasta la buena pluma. Pero desatar el “Yo no compro Perú.21” o soltar información burda sobre el escenario actual en el diario me parece irresponsable y majadero.

Pese a que yo twitteo con algunos o comparto los mismos grupos del Facebook – desde Solidaridad con AAR a NO A UN SOLO POLVO SEMANAL- ninguno me ha llamado o escrito para corroborar las versiones descocadas que colgaron.

Una lástima que la protesta se transforme en pose. Que todos seamos necios está muy bien. Pero la mentira me parece un acto de maldad. Obviamente, no todos han caído en el facilismo de pedir la RENUNCIA de los periodistas. No todos, pero a los que sí cayeron en el berrinche solo les digo que cuando crezcan y estén en la otra orilla se darán cuenta de que el periodismo es mucho más que parecer belicoso. No creo que lo ocurrido con los petroaudios sea como dice Mirko Lauer, la aventura de dos pendejeretes. Tampoco, tampoco. Pero nada peor que la postura del mártir de fantasía.

Por lo demás, como dijo AAR, larga vida para Perú.21. Sí, mientras se pueda sí.

PD: Me alegra que Heduardo, Acevedo y los Otorongos, así como todos los columnistas de las otras secciones sigan empujando el barco. Me alegra que el mismo Augusto repita en todas las tribunas que espera lo mejor para este diario que se lo perdió.
Y disculpas adelantadas a los bloggers que sin haber caído en el berrinche se sienten aludidos aquí.

Tres post para pensar:
1, 2 y 3

Publicado por:

Periodista. Directora de Clases de Periodismo y La Ruta del Café Peruano. Consultora en Social Media. Editora web del diario Perú21 del grupo El Comercio de Perú. Especialista en periodismo digital, comunicación digital y social media.

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