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Verificador de datos
Por Esther Vargas
Publicado el 29 de marzo del 2008
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Los periodistas metemos la pata a diario. Confundimos negligentemente apellidos, fechas, conceptos, situaciones, términos legales…Y en el peor de los casos contamos cosas que no ocurrieron, pero que alguien -despistado o con deseos de perjudicar al involucrado- asegura que sí sucedió, y encima brinda lujo de detalles.
No es intencional, pero la dejadez hace que asílo parezca. Nos pasa a todos. Y esos errores, lamentablemente, caen manos de los lectores. Algunos los advierten y mandan correos electrónicos, llaman a la redacción o remiten cartas furibundas. La mayoría se queda con el dato erróneo y lo transmite. Y si tiene un blog lo reproduce.
Los diarios peruanos tienen correctores de estilo, esos genios de la ortografía y la gramática, pero no no verificadores de datos. El editor debe rendir cuentas por lo publicado, debe confiar en sus redactores y afinar el ojo y el olfato para detectar cuando de contrabando se ha filtrado un dato pérfido, capaz de hundir o quebrar la tranquilidad de un inocente.
Un verificador de datos es una persona que se ocupa de comprobar la verosimilitud de lo que se publica en un periódico o revista. Su chamba consiste en cerciorarse de que lo que ha escrito el periodista tiene un respaldo documental o testimonios de personas que acrediten que tras la publicación no habrá juicio o carta notarial.
La revista The New Yorker tiene un equipo de verificadores de datos de lujo. Cuando a los periodistas de este medio se les pregunta qué diablos es un verificador de datos te responden así: “una ladilla”. Y agregan: “una ladilla necesaria”.
Andy Young es una ladilla que todo editor y periodista quisiera tener cerca, no sé si encima exactamente.
Les dejo las palabras de Young sobre su tedioso, maravilloso y envidiado oficio de ladilla.
No es intencional, pero la dejadez hace que asílo parezca. Nos pasa a todos. Y esos errores, lamentablemente, caen manos de los lectores. Algunos los advierten y mandan correos electrónicos, llaman a la redacción o remiten cartas furibundas. La mayoría se queda con el dato erróneo y lo transmite. Y si tiene un blog lo reproduce.
Los diarios peruanos tienen correctores de estilo, esos genios de la ortografía y la gramática, pero no no verificadores de datos. El editor debe rendir cuentas por lo publicado, debe confiar en sus redactores y afinar el ojo y el olfato para detectar cuando de contrabando se ha filtrado un dato pérfido, capaz de hundir o quebrar la tranquilidad de un inocente.
Un verificador de datos es una persona que se ocupa de comprobar la verosimilitud de lo que se publica en un periódico o revista. Su chamba consiste en cerciorarse de que lo que ha escrito el periodista tiene un respaldo documental o testimonios de personas que acrediten que tras la publicación no habrá juicio o carta notarial.
La revista The New Yorker tiene un equipo de verificadores de datos de lujo. Cuando a los periodistas de este medio se les pregunta qué diablos es un verificador de datos te responden así: “una ladilla”. Y agregan: “una ladilla necesaria”.
Andy Young es una ladilla que todo editor y periodista quisiera tener cerca, no sé si encima exactamente.
Les dejo las palabras de Young sobre su tedioso, maravilloso y envidiado oficio de ladilla.
Publicado por:
Esther Vargas
Periodista. Directora de Clases de Periodismo y La Ruta del Café Peruano. Consultora en Social Media. Editora web del diario Perú21 del grupo El Comercio de Perú. Especialista en periodismo digital, comunicación digital y social media.
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