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WAN-IFRA: “Nuestro afán por hacer el mejor periodismo nunca ha sido tan grande como lo es ahora”
Por @cdperiodismo
Publicado el 18 de abril del 2020
Hace unos días, Fernando de Yarza López-Madrazo, presidente de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores WAN-IFRA, compartió una reflexión clave en estos tiempos de coronavirus: Periodismo de calidad en tiempos de emergencia
En pocas semanas, España y el mundo entero se sumieron en una pesadilla. La primera epidemia mundial en más de 100 años ha causado una psicosis colectiva sin precedentes que aumenta día a día debido al miedo causado por la incertidumbre sobre el presente y el futuro. Nuestros seres queridos se enferman y mueren. Los recuerdos de encuentros con amigos y familiares permanecen muy lejos. El encierro multiplica la ansiedad en una situación que parece no tener fin.
Pero la progresión del virus estará contenida, verificaremos tarde o temprano, con investigación, con conciencia social y con medidas de prevención y aislamiento. Y tendremos que superar el miedo, que cruza puertas y fronteras a una velocidad aterradora. Superar todo esto requerirá un esfuerzo colectivo sin precedentes, en el cual el papel de los medios, editores y periodistas será esencial. Solo proporcionando información cercana, útil y veraz, de manera integral, rápida, precisa y comprometida con los ciudadanos, podremos contener el miedo al contacto social y volver a la normalidad.
El periodismo es, sin duda, el mejor antídoto contra la desinformación, los silencios y las mentiras que, deliberadamente, generan movimientos interesados en el desequilibrio de las instituciones. Es un interés que se multiplica tan rápido como el coronavirus mismo, creando una situación grave y confusa, perjudicial para todos los que estamos sufriendo. En estas circunstancias, nuestra responsabilidad como editores y periodistas es más importante que nunca, sin duda el mayor desafío que hemos enfrentado desde la Segunda Guerra Mundial.
Los ciudadanos de todos los países ahora no solo tienen el derecho, sino la necesidad urgente de nuestro trabajo. Es cierto que nos enfrentamos a una nueva contingencia y, por lo tanto, desconocidos para todos, excepto los medios de comunicación, que históricamente han demostrado que saben cómo lidiar con esto. desafío: cuanto más complicada es la situación, más evidente es nuestra capacidad de reacción, llevando a cabo nuestro trabajo con más esfuerzo, más dedicación, más seriedad y más eficiencia.
Los periodistas y editores son, sobre todo, un servicio público de necesidad básica, lo mismo que médicos, enfermeras, fabricantes de equipos médicos, policías, soldados, personal de reparto. Estamos a la vanguardia de esta batalla común, incluso a costa de nuestra salud, conscientes de que tenemos el deber de garantizar el derecho de los ciudadanos a conocer la verdad, nada más que eso: la verdad sobre lo que sucede.
Nunca hemos sido más necesitados que ahora. Nunca antes nuestro papel ha sido tan importante en la cohesión social, en la defensa del sistema democrático, en estimular la solidaridad y la conciencia ciudadana. Nuestro afán por hacer el mejor periodismo nunca ha sido tan grande como lo es ahora. Nuestro compromiso con la verdad nunca ha sido tan encomiable, en una misión social y ética intrínseca a nuestra actividad.
Y a pesar de todo, nunca hemos tenido más dificultades que ahora. La gran mayoría de nuestros periódicos y medios no son públicos, sino de carácter privado. Somos empresas que necesitan recursos para llevar a cabo nuestro trabajo y brindar nuestro servicio a la sociedad de manera efectiva. El terremoto de Internet y la terrible crisis económica mundial, que comenzó en 2008, significó un duro golpe y un desafío sin precedentes para la prensa libre y democrática en todo el mundo. Muchos no sobrevivieron. Otros han logrado emprender una difícil transformación profesional y estructural para adaptarse a las necesidades de información de una sociedad que cambia sus valores, pero principalmente su tecnología, a un ritmo sin precedentes.
Después de años de sacrificio, estábamos teniendo éxito, con enormes dificultades, pero viendo la luz al final del túnel. Entonces llegamos a esta nueva etapa, de repente, sin precedentes, con la virulencia y la velocidad del rayo. Y hay una paradoja perversa. El periodismo es más necesario que nunca, el público se está multiplicando, pero nuestros medios de vida se evaporan en días y, con ellos, nuestra forma de supervivencia. La publicidad prácticamente ha desaparecido. Comprar periódicos se está volviendo más complicado. La desaceleración económica mundial sin precedentes nos ha golpeado de manera brutal. En este momento, cuando estamos obligados, y exigimos de nosotros mismos, más que nunca, tenemos menos que nunca.
Brindamos un servicio esencial en circunstancias excepcionales. No podemos detener nuestra actividad. No podemos cerrar o tomar unas semanas de vacaciones hasta que todo esto termine, porque eso sería traicionar a la sociedad que ahora nos necesita. Pero debemos encontrar una solución a nuestros problemas. Necesitamos financiamiento a corto plazo, necesitamos liquidez, necesitamos un puente que nos permita llegar al otro lado del río sin ahogarnos en el intento.
Ahora tenemos que ver en la práctica el compromiso con la libertad de expresión y el derecho a la información para las autoridades, gobiernos, administraciones públicas y organismos oficiales. Si realmente creen, y sabemos que muchos creen, que nuestros medios, aquellos que mantienen 36,000 empleos directos y 160,000 indirectos solo en España, no solo son necesarios, sino indispensables para mantener la serenidad en una sociedad asustada. Si están convencidos, como nosotros, de que esta serenidad se logra con información verdadera, profunda y objetiva, si no dudan de la necesidad de que los ciudadanos tengan medios saludables e independientes, para hacer posible nuestra existencia y permitirnos superar esto. trance, facilitando nuestro trabajo.
Estamos haciendo sacrificios y esfuerzos y asumiendo la responsabilidad. Nadie debe confundirse: los medios son un pilar esencial de la convivencia democrática, con nuestros errores y fracasos. Una sociedad sin medios solventes nunca puede ser una sociedad libre y, en ella, la convivencia se verá seriamente amenazada.
No estamos hablando de ganancias o declaraciones de ingresos. Ahora ya no importa. Hablamos de seguir con vida para continuar nuestro compromiso de apoyar a los ciudadanos, su dignidad, cohesión social, el mantenimiento de la democracia. Hablamos de poder continuar haciendo un buen periodismo, a pesar de las circunstancias, para continuar nuestro trabajo, incluso a expensas del enorme sacrificio que se requiere de todos nosotros en este terrible trance. Finalmente estamos hablando de que los medios continúan su firme compromiso con la defensa de la libertad y el futuro democrático de nuestro mundo.
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