“La libertad, por desgracia, no se puede compartir. Toda compañía, por agradable que sea, implica una cesión. Solo pueden ser libres los solitarios”

-JRR en “Dichos de Luder”

Hoy se cumplen 85 años del nacimiento de Julio Ramón Ribeyro (Lima, 1929-1994). El gran cuentista peruano tuvo una importante faceta como periodista que fue clave en su aventura literaria.  Gracias a una beca de periodismo, el autor de “Prosas apátridas”  y “Solo para fumadores” concretó su primer viaje a España en 1952 para luego mudarse a París,  donde trabajaría durante 10 años en la Agencia France Press, además de ser agregado cultural en la embajada peruana en dicho país europeo.

Como dice el cronista Eloy Jáuregui, quien lo entrevistó y escribió mucho de él, Ribeyro tenía vena de periodista.  “No es una vergüenza ser periodista. Lo fue José Carlos Mariátegui y César Vallejo. Ribeyro es un caso. Tiene ojo de ser brillante en el cuento pero nadie observa que esa mirada es la de un “perro de presa”. Si hoy estuviese vivo y joven seguro que trabajaría en cualquier Unidad de Investigación de un diario, revista o la televisión. Uno que conoce este oficio, no puede soslayar a ese ser especial que todo lo veía noticias o novedades. El “homo curioso”. Ribeyro era atento, paciente, tranquilo, sigiloso y contemplativo, inclinado a escudriñarlo todo y predispuesto naturalmente a oír lo que otros decían más que a decir, dice Fernando Ampuero, su amigo”.

Entrevistado por Jason Weiss, Ribeyro -premio Juan Rulfo–cuenta parte de sus días como periodista y algo más: en 1953 aproximadamente trabajó como ramassage des journaux, “es decir recogía periódicos y revistas en las casas que luego revendía al peso”. El escritor hizo de todo para quedarse en París y lo consiguió.

“Soy un escritor de fragmentos”, le dijo a El País de España en 1994.

 

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Foto destacada: Casa de la Literatura Peruana. H. Schwartz.