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Tipología de los directores de medios de comunicación
Por Elena Miranda
Publicado el 24 de marzo del 2013
Periodistas, políticos, empresarios, intelectuales y profesionales de diversas áreas ocupan el cargo de director o directora de un periódico u otro medio de comunicación. El perfil de estos personajes tiene mucho que ver con el perfil de un diario e, incluso, con el de parte su personal periodístico.
En mi carrera como periodista he conocido a directores de diversos tipos, por lo que me permito plantear una tipología de estas personas, con las que trabajamos codo a codo o a distancia, con sus aciertos y errores:
EL DIRECTOR PERIODISTA
Su pasión por el periodismo y su profundo conocimiento del oficio lo diferencian de los otros directores. Es soñador, creativo, un buen contador de historias. Su olfato periodístico le sirve no solo para el trabajo sino también para adelantarse a los hechos y enfrentarse a sus enemigos.
Puedes hablar con él cuando quieras, pues prácticamente trabaja en una “oficina sin muros” o pasa más tiempo en la sala de redacción. Pocas veces su secretaria te cerrará las puertas. Es un gusto conversar con él. Puedes llamarlo por su nombre que él hará lo mismo contigo, mirarlo a los ojos una y otra vez, sonreirle o hacerle una mueca de disgusto. Algunas veces te entenderá.
Trabaja mucho más que todos los reporteros. Es uno de los primeros en llegar y uno de los últimos en irse. No es una figura lejana en la redacción, ya que se pasea por ella y se sienta al lado del periodista cuando es necesario. Pero también hay casos en los que solo va de visita para confirmar que hayan cumplido las directivas que dio por teléfono, por mail o a través de terceros. Cuando llega, se encierra en su fortín llamado oficina y son pocos los que tienen el privilegio de hablar con él. (Este tipo de director periodista es el que menos puede gustar)
Cuando no es el propietario del medio, aunque no quiera, tiene que acatar lo que digan los dueños, pero pocas veces lo hace sin batallar, aunque defienda guerra perdidas de antemano.
Conoce las buenas y malas costumbres de los periodistas y editores porque ha ocupado esos cargos cuando era más joven, así que es difícil que estos le hagan alguna mala jugada o le den gato por liebre.
Puede ser admirado y respetado por muchos debido a su profesionalismo, pero también odiado y vilipendiado. Si ha sido un buen periodista, colega y amigo y mantiene su sencillez y humildad, el personal periodístico lo respetará, lo apreciará, le tendrá confianza y se las jugará por él y por el medio. Si no lo fue y se ha vuelto vanidoso, prepotente, ambicioso, dictador, distante, frío, calculador, ciego, fingirán que lo respetan y se deleitarán hablando mal de él a sus espaldas.
Algunos de sus amigos periodistas de toda la vida viven eternamente agradecidos con él, pues tienen trabajo seguro, son privilegiados con buenos puestos, sueldos y otras gollerías. Su amistad los hace sentirse superiores a los otros periodistas, aquellos que solo están en el medio sin más méritos que su trabajo.
EL DIRECTOR POLÍTICO
No tiene tiempo para el medio, pues se dedica a la actividad partidaria o a su labor como congresista, alcalde o el cargo que tenga. Su estadía en la redacción es limitada a una que otra hora, pero siempre está presente a través de su secretaria o de sus “chí cheñó” (Sí, señor).
El periódico es un instrumento para defender sus ideas e intereses personales, mantener su poder político, presionar a otros políticos, castigar a sus enemigos o al mismísimo gobierno.
Sus influencias y su cercanía al poder les abren las puertas a sus reporteros para acceder a información privilegiada y les brinda un escudo para protegerlos de la furia de otros políticos, funcionarios públicos o lo que sea.
Le llueven distinciones por todos lados. Lo condecoran hasta por sonreír o alzar la mano en señal de saludo. Pero también le llueven peticiones de otros políticos o empresarios, que le cobran favores realizados o por hacer, y de gente humilde a la que él dice representar.
EL DIRECTOR EMPRESARIO
Es práctico, carente de pasión, interesado, frío, calculador, convenido y hasta servil. Se acomoda con todos con tal de no perder dinero y ganar más, muuuucho más. Cuando no te dice no directamente, te sigue la corriente y te pasea hasta que te cansas.
Es un capo para plantear soluciones a los problemas administrativos, le gusta innovar, tener lo último en tecnología si eso le trae más dinero, contratar consultores es su pasatiempo favorito. Las reestructuraciones y cambios son su pasión, aunque le cuesten un dineral, al fin y al cabo, los trabajadores pagan sus errores, mientras que él disfruta de sus aciertos.
Para él, la masa trabajadora es solo eso: una masa que pretende moldear a su antojo y cuando algún periodista se atreve a cuestionarlo, le dice chau o lo relega a algún puesto a la sombra. Su palabra es ley. Simula que es democrático con reuniones por aquí y por allá con los editores, pero, al final, quién manda es él.
Lo que le dicen al oído sus amigos empresarios, políticos, funcionarios y señores de la alta sociedad es ley, aunque carezca de sentido común para los editores. No le importa lo que digan los reporteros y redactores, pues los considera inferiores para tener trato directo con él.
Sus intereses empresariales tienen que ser defendidos a toda costa por el medio. Pobre de un reportero que intente enfrentarse a algún grupo de poder investigando algo que pueda dañar sus intereses; su castigo será decir o escribir todo lo contrario.
EL DIRECTOR INTELECTUAL
Lo sabe todo. Ningún simple periodista le va a venir a enseñar algo nuevo. Le gusta hablar y hablar, deambular, perder tiempo, sin importarle que la hora de cierre se le venga encima a los editores y reporteros. Pide cambios por aquí y por allá, a última hora. No tiene noción del tiempo.
Sus amiguitos y amigotes le dicen cosas que lo hacen dudar, pensar y pensar. Le gusta promover el debate y la reflexión. Delega la toma de decisiones y el trabajo a sus subalternos. Es creativo, aunque sus ideas no tienen siempre un buen final.
Es cercano a los periodistas, la distancia con la clase trabajadora no es un lema que aplique. Para él, es demasiado trabajar ocho horas, pues no le quedaría tiempo para las tertulias, leer un buen libro, dar un conferencia, ir a la casa de playa de sus amigos o, simplemente, meditar sobre el último libro o artículo que cayó en sus manos.
EL DIRECTOR INVISIBLE
Nunca está. Si alguna vez te cruzas con él, no le conoces la cara. Es suficiente con qué sepas su nombre y cumplas sus directivas que te trasmiten sus subalternos. No sabes qué profesión tiene. Nunca has puesto un pie en su oficina, pues ese es un privilegio para los que ocupan un alto puesto. Si quieres hablar con él, nunca te lo permitirán, pues te recordarán que debes respetar las jerarquías.
EL DIRECTOR POR HERENCIA
Asume la dirección porque sus padres, tíos, abuelos u otro pariente también ocuparon ese cargo. Lleva a sus espaldas el peso de lo aciertos y errores de una dinastía familiar, pero también una carga enorme de poder. La mayoría de veces sigue la línea periodística de sus antecesores, porque así lo considera conveniente o porque lo presiona el resto de la familia. Pocas veces se rebela contra el pasado, pero cuando lo hace, hasta puede ocasionar un cisma en la familia.
EL DIRECTOR INTERINO O ENCARGADO
El más jodido de todos. A veces, sabe qué hacer, pero no lo hace porque no le han dado permiso. Entre duda y duda se le va el tiempo. Se desvive por cumplir lo que ordenan los que lo pusieron en el cargo o lo que cree que quieren. Le da miedo dar cualquier paso. Lo bueno es que escucha consejos de los editores y hasta de uno que otro periodista que conoce.
No toma decisiones. Escucha las quejas y propuestas, pero te deja bien claro que nada depende de él. Darle gusto no es difícil, contradecirle tampoco.
(Hay más tipos de directores de periódicos, pero he decidido dejar espacio para las colaboraciones. Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia. Se aceptan combinaciones tipo director-periodista-empresario,-director-político-dizque periodista, entre otros, de acuerdo a la realidad periodística de cada ciudad)
Advertencia: No hay que generalizar esta tipología, que solo es resultado de mi experiencia y la de otros colegas, no de prejuicios o encasillamientos.
Ayúdanos a enriquecer esta tipología, compartiendo tu experiencia.
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