Entrevistas
¿La neutralidad periodística tiene límites?
Por @cdperiodismo
Publicado el 02 de septiembre del 2010
Jay Rosen es profesor de periodismo en la Universidad de de Nueva York, creador del blog PressThink y autor del libro “What Are Journalists For?” (¿Para qué están los periodistas?). The Economist le preguntó sobre la prensa y los errores que esta comete. Aquí una parte de la entrevista.
¿Cuál es el principal problema de los medios de comunicación estadounidenses hoy en día?
El costo de cambiar rutinas establecidas parece ser muy alto, pero el costo de no cambiar, es, a largo plazo, incluso más alto. Un buen ejemplo es lo que sucede con los periódicos: la edición impresa proporciona la mayor parte de los ingresos, pero no puede proporcionar un futuro. No conozco ninguna evidencia que muestre que los jóvenes están cogiendo el hábito de lo impreso. Así que si el costo de abandonar lo impreso es demasiado elevado, el costo de quedarse con él puede ser aún mayor, aunque se revele de manera lenta. Ese es el problema.
Otro ejemplo es la pérdida de confianza. A mediados de los setentas, más del 70% de americanos le dijeron a Gallup que tenían bastante confianza en la prensa. Ahora, la cifra es de 47 %. Es obvio que algo no está funcionando. Sin embargo, las revisiones del código de conducta que ha llevado a esta disminución podrían ser consideradas por la mayoría de periodistas como causantes del aumento del riesgo de la desconfianza. He tratado de argumentar que ‘El Punto de vista desde ningún lado’- también llamado objetividad- debe ser reemplazado por el “venimos de aquí”. Eso impresiona a la mayoría que ve esto como algo peligroso y con lo que no se puede trabajar. Pero el curso actual es insostenible: la confianza sigue cayendo con una gran aceleración después del 2003. Cuando les digo esto a los periodistas, ellos me contestan: “La confianza en todas las grandes instituciones ha decaído, Jay”, lo cual es cierto (excepto por las Fuerzas Armadas). Pero, ¿es esa la respuesta? Se supone que eres el “perro guardián” que está pendiente de los agentes dudosos. ¿Por qué no eres entonces la excepción? Podría seguir con esto, pero creo que se entiende la idea. El cambio es muy caro, el status quo insostenible.
Has escrito un libro titulado “¿Para qué están los periodistas?”. Si miramos la cobertura política en Estados Unidos, ¿cuánto ha cambiado esa pregunta con relación a lo que hacen hoy en día los periodistas?
Nunca nadie me había preguntado eso. Dejaré que este ejemplo hable. Algo típico sucede cuando un periodista cubre una carrera de caballos y pregunta: ¿Quién va a ganar? ¿Cuál es la estrategia? ¿Está funcionando? Enfocarse en esas cosas ayuda a percatarse de la inocencia de la prensa porque “¿quién está ganando?” no es una pregunta ideológica. Al preguntarla repetidas veces, los periodistas subrayan que su profesión no es ideológica. Pero, ¿cómo este patrón ayuda a los votantes a tomar decisiones? ¿Deberían votar por el candidato con la mejor estrategia?
Mi punto de vista es que los periodistas deberían describir el mundo de tal manera que nos ayude a participar en la vida política. Para eso “están”. Pero con mucha frecuencia ellos nos posicionan como los analistas conocedores de una escena que debemos ver desde cierta distancia, como si fuéramos espectadores de nuestra propia democracia, o manipuladores astutos de nuestros conciudadanos. Raro, ¿no?. Por eso escribí el libro y le di ese título.
¿Los periodistas deberían ser neutrales, observadores desinteresados?
Esto es complicado. No creo que los periodistas deban “unirse al equipo”. Ellos se frenan ante eso por una razón. La búsqueda del poder y de la verdad son comportamientos distintos, y es así como se distingue la política del periodismo. Creo que sí hace falta un cierto distanciamiento de tus propias preferencias y creencias para ser un buena periodista. La dificultad es que la neutralidad tiene sus límites. Si son llevados muy lejos, socavan el proyecto que un periodista serio está llevando a cabo.
Supongamos que las fuerzas que quieren convencer a los estadounidenses de que Barack Obama es musulmán o que no nació en Estados Unidos, comienzan a ganar. Esta es una derrota para el periodismo- en realidad, es una derrota para la misma verificación. La neutralidad y la objetividad no tienen instrucciones para saber cómo reaccionar ante algo así. No están “equivocados”, solo están limitados. La prensa norteamericana no sabe qué hacer cuando la neutralidad, la objetividad, el balance y el “reportar las versiones de ambas partes” llegan a sus límites naturales. Y así es que los periodistas tienden a negar que ya llegaron a los límites, pero con esta negación ellos violan el código de verdad con el lector porque estos límites son reales. ¿Entienden el problema?
Los medios de comunicación son un negocio y muchos de los que sacan el mayor provecho son los que le dicen a sus audiencias lo que quieren escuchar, y aquellos que buscan que la política siga el modelo de la carrera de caballos. Entonces, ¿cómo cambiamos los incentivos para hacer medios más informativos? ¿O acaso el público tiene los medios que se merece?
¿The Economist está en el negocio por decirles a sus lectores lo que quieren escuchar? ¿Así se edita la revista? Lo dudo, pero escucho que al negocio le va bastante bien. Entonces, ¿cómo es posible? Mira: la alternativa a la caza de clics es crear confianza y una marca editorial. Los argumentos de “Lo que la gente quiere” no me impresionan. Creo que cualquiera con un poco de cerebro sabe que tienes que escuchar los reclamos y darle a la gente aquello que no tienen forma de demandar. Tienes que escucharlos, y hacer valer tu autoridad de vez en cuando, porque escuchar bien es lo que te da la autoridad para recomendar lo que todavía no te demandan.
¿Las nuevas tecnologías están conduciendo a mejores medios de comunicación? ¿O acaso las barreras bajas permiten la entrada de un periodismo de mala calidad y de un dominio de las más estridentes voces?
No estoy de acuerdo con ninguna de las dos proposiciones. Los medios están siendo sacudidos al darse cuenta de lo frágil que es su autoridad. A través de las puertas caídas entran los malos individuos, buenas personas sin talento, gente joven que no espera, personas inteligentes que no necesitan permiso para publicar, personas que antes eran conocidas como tus fuentes, charlatanes, paranoicos y tontos.
Casi todo que queda en juego, pero los jugadores tradicionales no han sido barridos y por lo tanto están en condiciones de ganar bastante. Algunos nuevos jugadores harán bien también. El noventa por ciento de todo es basura, pero eso no es nada nuevo. Simplemente ahora hay más de todo.
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