Martín Caparrós (Buenos Aires, Argentina; 29 de mayo de 1957)  es uno de los cronistas más admirados en América Latina y el mundo por sus libros “El Hambre”, “La Crónica” y “Contra el cambio”, entre decenas de publicaciones. Este lunes, durante el Festival Gabo, ofreció la charla magistral “¿Para qué sirve la crónica?”, desde Barcelona, donde dejó en claro que la primera persona define a la crónica. Pero, remarcó, que “no hay nada más peligroso para un cronista que escribir sobre la primera persona”. Es decir, yo, yo, yo.

La primera persona, para Caparrós, consiste en tener claro que hay alguien que mira y que cuenta: el cronista. “Alguien que se hace cargo”, remató.

“No se debe confundir escribir en primera persona con escribir sobre la primera persona”, resaltó.

Para el cronista, en este género siempre hay alguien que cuenta, y estamos preparados para elegir lo que debemos contar, las palabras de tal, los gestos de tal, las acciones de tal. “¿Y cómo elegimos? Con nuestros criterios e ideas. Con nuestra subjetividad”, afirmo. Igual de crítico con algunos medios tradicionales, advirtió que muchos evitan esta primera persona con su subjetividad para decir que están dando la verdad. Muchos se encierran en una zona limpia, supuestamente impoluta, que es la tercera persona, cuando en verdad siempre hay alguien que decide lo que se publica o no. La crónica, insiste, no lo disimula, se hace cargo.

Caparrós fue crítico con las carreras de periodismo, donde se habla de objetividad y ahora último de neutralidad. “Hay una primera persona, no necesariamente gramatical, que consiste en mostrar que hay alguien que mira y que cuenta, que se hace cargo de lo que está diciendo”.

“La crónica es muy política en la medida que trata de romper con ese discurso falso, engañoso, hegemónico, de que ellos (algunos medios) cuentan la verdad. Además, para lograr el mismo objetivo restituye la densidad de la prosa, mientras que los medios tradicionales ofrecen una prosa adelgazada, casi transparente, como si lo que se cuenta no está mediado por ningún relato”, explicó.

“La primera persona y la prosa son claves”, apunto Caparrós, al tiempo de agregar que también se usa ciertas formas literarias para contar la no ficción.

ENTONCES…

Tenemos una crónica cuando hay un sujeto que cuenta, por su prosa y también por los temas que presenta.

Las crónicas tratan de mirar para otros lados, y muchas veces se entendió que solo había que mirar la miseria y la violencia; y no es así: “La vida es mucho más amplia que eso”.

En la charla magistral, Caparrós afirmó que “una vez que se define qué se quiere contar, se debe definir desde dónde se va a contar”. A veces, reflexionó, nos enfrentamos a situaciones complejas y no sabemos qué queremos contar, y se falla en el foco. Una clave de Caparrós es contar a alguien lo que considera digno de contar. Si lo hace es porque allí puede estar el foco.

En su crítica tenaz a los medios fue claro en señalar que muchas veces las organizaciones de noticias están buscando clics a toda costa. Lo que llamó “pura porquería”, algo que “el público lamentablemente lee”.

“Se decía que hacer periodismo era contar lo que muchos no quieren saber, quizás hoy es escribir contra el publico o a favor de un público que quizás no existe o que solo existe en la medida que sigamos trabajando para él”, cuestionó.

El también escritor aseguró que escribir es un ejercicio de mirar y escuchar. “Hay pocas cosas que me gustan más que escuchar”, consideró. Y recomendó la posición del cazador: que todo lo mira, y lo escucha, que está allí esperando que cualquier cosa suceda.

LA IMPORTANCIA DEL INICIO

Caparrós recomendó poner gran interés en cómo se inicia la crónica. Los principios son una propaganda del texto, el anuncio publicitario, y muchas veces depende de esas primeras tres líneas que el lector vea si vale la pena seguir adelante. Es un momento decisivo, clave, y define el tono y la prosa.

Otro punto a resaltar de la charla magistral fue cuando afirmó que hay una diferencia entre decir y mostrar. La crónica muestra.