Claves

Manifiesto del Periodismo Asertivo

Por @cdperiodismo

Publicado el 27 de junio del 2017

Por Alvaro Valderrama y Juan Andres Muñoz

Estas crisis mundiales del periodismo son crisis de periodistas.

El mea culpa, las reflexiones, los comentarios, largas charlas, apuntes que se volvieron frases, párrafos y al final este manifiesto periodístico, con el objetivo de remover la indiferencia de los medios y sus protagonistas para lanzar un salvavidas a nuestra agonizante profesión.

No es solo la idea de proponer un nuevo paradigma. Es, ante todo, una reclamación profesional, un llamado de atención, pero también un estímulo para animarnos a resarcir el buen periodismo, hoy en franca decadencia. Para ello, a lo largo de este manifiesto proponemos el Periodismo Asertivo como nueva piedra angular de nuestro oficio.

Surge este modelo transmedia desde la doble concepción de lo que implica la asertividad — el actuar de manera afirmativa — y la conjugación de tres arquetipos periodísticos: Periodismo de Anticipación, Periodismo de Servicio y Periodismo Interactivo, que conforman el acrónimo Asertivo, un nuevo patrón periodístico.

El Periodismo Asertivo es una invitación franca, una oportunidad que nos plantea nuestra profesión para enmendar lo que nosotros, sus profesionales, nos encargamos de menoscabar: su credibilidad, calidad y creatividad, a costa de un periodismo avasallante en el que priman el oportunismo, la desinformación y el pésimo uso de las redes sociales.

La ligereza (que no la inmediatez), la banalidad y la cultura de la fama y la viralidad han llevado a gran parte del periodismo al chismorreo, al sensacionalismo y a las polémicas prefabricadas, abandonando los principios del reporterismo inteligente y responsable, la cultura crítica y la responsabilidad social y profesional, que se convierten en caldo de cultivo para fraudes, imprecisiones y mediocridad.

El oficio adolece de debilidades que van de la adicción a las fuentes oficiales y el periodismo reaccionista del día a día, al soborno y los compromisos con grupos políticos y/o mediáticos, pasando por las pocas apuestas a las historias originales, el storytelling y el escasísimo uso — léase miedosísimo — de las nuevas herramientas en la era digital.

El aluvión informativo que sufre la audiencia de los medios de comunicación acentúa la crisis del periodismo. A través de todo tipo de dispositivos, apps y plataformas nos invaden las noticias. La gran paradoja es que cuando más debiéramos estar agradecidos por estar más y mejor informados es cuando menos lo estamos: tenemos demasiada información, pero muy poco conocimiento.

Con el afán de replantear la función de los medios y de quienes trabajamos en ellos, se han perfilado nuevos patrones periodísticos con el objetivo de cruzar las fronteras del periodismo habitual, proponiendo otras formas de abordar y procesar la información para presentarla de manera novedosa a un público saturado y decepcionado de los contenidos tradicionales.

La base teórica de estos enfoques se aplica en ciertos casos con éxito. Periodismo Cívico o Ciudadano, periodismo de calidad, periodismo de precisión, periodismo de datos… No obstante, al enmarcarse dentro de campos tan específicos o especializados, impide a los medios y a los periodistas asumir una perspectiva global de lo que debiera ser el reposicionamiento de la profesión y, en especial, la renovación de sus contenidos informativos.

Es claro que en esta era no basta recibir información. El público espera orientación, guías que lo ayuden a vivir, a elevar su calidad de vida; quiere información de bienestar que le permita crecer, e información contextualizada que lo ayude a entender, en toda su dimensión, el alcance de los acontecimientos. Pero también, cada vez más, el público desea interactuar: tomar parte activa en los sucesos: participar, opinar, ayudar a decidir. En resumen, quiere ‘paquetes’ de servicios informativos con muchos valores añadidos que le brinden una mejor experiencia de vida.

Todo lo anterior se concreta en tres tendencias informativas. Hablamos de Anticipación, Servicio e Interacción: tres enfoques que, articulados, conforman lo que aquí bautizaremos como Periodismo Asertivo.

Periodismo Anticipativo

Ojalá pudiéramos ver en el periódico de hoy las noticias de mañana, escribió el investigador y profesor asociado de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid Javier Mayoral, citando a Shakespeare, en Macbeth. “Ojalá supiéramos prefigurar, siquiera por aproximación, la realidad futura a partir de lo que ya es historia”.

Preventivo, de Anticipación o Premonitorio son algunos calificativos que intentan precisar este modelo, cuyo desarrollo, desafortunadamente, no acaba de ser más que una quimera… un periodismo deseable.

Con Mayoral, podemos decir que la gran aspiración de este enfoque es analizar e interpretar la realidad con la mayor precisión posible, de modo que se avancen las grandes líneas de lo que en un futuro más o menos próximo será actualidad. El periodismo moderno debe aspirar a comprender el pasado y el presente para, si es posible — y con todas las cautelas necesarias — , bosquejar lo que puede ocurrir en el futuro.

Cobran vigencia las palabras del exsecretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, expresadas durante una de las celebraciones del Día Mundial de la Libertad de Prensa hace más de una década, en las que emplaza la función vigilante de los periodistas “para vislumbrar los asuntos que afectan el bienestar de cada sociedad y para coadyuvar a resolver los problemas globales”.

Para ello, hay que hacer más énfasis en la selección de la información, de los temas, pues sigue habiendo un desbalance en el que se nota que algunas situaciones y tendencias y no otras reciben cobertura de parte de los medios. Hay que resaltar, eso sí, que aunque de manera incipiente, hay profesionales que no están esperando a que la sangre corra para encontrar historias e imágenes dramáticas; periodistas que no están abandonando las zonas de conflicto una vez se firma un acuerdo de cese al fuego. Pero lo ideal es generar una cultura del Periodismo Preventivo.

No se trata de profetizar, sino de prever la actualidad. Anticiparse a la realidad y exponer lo que puede ocurrir en días, semanas o meses posteriores, a la luz de hechos consumados. Así, el Periodismo Preventivo se convierte no sólo en reflector, sino en proyector de los acontecimientos. El enfoque muestra hoy lo que puede ocurrir mañana. Y actúa: comprende lo que sucede y emprende iniciativas frente al suceso.

Quizá no suene menos que revolucionaria esta propuesta para la mayoría de los medios de comunicación acostumbrados a actuar ante los hechos de manera reactiva, es decir, llegar a los conflictos cuando el ‘incendio’ ya se ha producido, o cuando los muertos están tirados en el suelo.

Periodismo de Servicio

El periodismo de servicio es uno de los enfoques más remotos dentro de la profesión, pero también uno de los menos aplicados. Conocido en Estados Unidos como ‘Service Journalism’ se vio reflejado en las revistas surgidas en el siglo XIX que estaban dedicadas a las familias y al hogar en general.

Publicaciones muy ligadas al concepto de ‘Hágalo Ud. mismo’, que buscaban dar una utilidad a los usuarios ofreciéndoles las claves para conocer y, sobre todo, para resolver los más variados problemas cotidianos. Desgraciadamente, el Periodismo de Servicio ha permanecido casi de manera exclusiva en ese tipo de publicaciones.

En medio de la crisis de la prensa y la carrera por alcanzar más audiencia, los medios análogos olvidaron las necesidades reales de su público: información que les ayude a tomar decisiones, historias en las que se vean reflejados. Para desarrollar este enfoque se requiere un cambio de actitud. En vez de creerse dueños de la verdad, medios y periodistas deben convertirse en prestadores de servicios, según las necesidades específicas de sus audiencias.

Cualquier medio en la era digital debe estar repleto de análisis y consejos pertinentes — prácticos, espirituales, financieros… de todo tipo — . Todo pensado para ayudar a las audiencias a entender mejor el mundo y aprovechar satisfactoriamente sus vidas y mejorar su salud, su economía y su bienestar.

La noción de un medio que siempre tiene guías a las fuentes, las ideas, los lugares para visitar, y las cosas que hay por hacer posiciona al medio como un faro útil que conduce a los usuarios a otros recursos informativos sobre asuntos que le interesan.

Faltan más guías, más índices, más actividades, más recomendaciones, más servicios en los medios de comunicación. La sobreoferta informativa actual ya no atrae al público, a menos que éste encuentre algo útil, que le sirva, que lo ayude a vivir mejor.

El periodismo de servicio hoy debe partir de la conversación global en los chats, de los hechos el las comunidades, en los barrios, en el cine, en un concierto, en los estadios, en los salones de belleza o en el supermercado para hacer apuestas digitales que respondan y atiendan a esa conversación global, a las necesidades con narrativas transmedia que los ayuden a vivir mejor, que los hagan reflexionar y tomar decisiones.

Esa es la gran reflexión que se debe hacer el periodismo de nuestro tiempo, porque cada vez se está entendiendo con mayor claridad que, como poder, éste ni se justifica ni puede subsistir. En cambio, el periodismo como servicio es irremplazable.

Periodismo Interactivo

Nada ha cambiado tanto las maneras de hacer periodismo que las herramientas tecnológicas y las plataformas de redes sociales. Y aquí hay una pregunta clave que debería hacerse cada medio y cada periodista: ¿Qué herramientas están utilizando para conectar e interactuar con su audiencia?

La interacción no es una opción para los medios. Es necesario hacer historias más cercanas a las personas, en las que se reflejen e interactúen como parte del propio proceso periodístico.

No sacar partido a la interactividad que brindan estas herramientas no solo es desaprovechar una oportunidad. Es fracasar en la misión esencial del periodismo: proporcionar a la sociedad la información que necesita para tomar las mejores decisiones y convertir en acto el potencial que cada grupo humano tiene a su alcance.

En su libro de 2004 “The Wisdom of Crowds: Why the Many Are Smarter Than the Few and How Collective Wisdom Shapes Business, Economies, Societies and Nations”, James Surowiecki decía que “si una organización crea equipos y luego solamente los utiliza con fines consultivos, pierde la verdadera ventaja que tiene un equipo: esto es, la inteligencia colectiva”.

Eso es exactamente lo que hacemos muchas veces en nuestros medios: utilizamos las redes sociales y otras tecnologías para crear comunidades de seguidores fieles, les alentamos en la esperanza de formar parte del proceso informativo y luego las ignoramos, relegándolas a meros espectadores de un producto que se sigue haciendo como si todas estas herramientas no existieran.

Dilapidamos el capital humano que está dispuesto a colaborar en nuestra labor periodística y lo reducimos a una simple pátina de ego cuando podríamos haber acrisolado un oro resplandeciente.

También renunciamos a la diversidad que nos puede hacer mejores y más inclusivos, y buscamos las mismas audiencias de siempre, las que conocemos, las que nos hacen eco, y ahormamos lo que Surowiecki llama “grupos homogéneos… muy buenos haciendo lo que hacen bien, pero que progresivamente se vuelven menos capaces de investigar alternativas”.

“Los grupos que son demasiado parecidos tienen dificultades para seguir aprendiendo porque cada miembro aporta cada vez menos información”, añade el autor. El periodismo interactivo no tiene miedo a la diversidad, a la crítica, a la contestación educada. El periodismo interactivo reconoce los errores, no es soberbio.

La interactividad no debe temer a la “falsación empírica” que defendía Karl Popper, sino situarnos en una “zona de incomodidad” que desafíe nuestros enraizados prejuicios en busca de una verdad que a veces emerge de la contribución de muchas partes, y no solo emana de un proceso periodístico unilateral.

“Si yo puedo aprender de usted, y si yo quiero aprender en el interés por la búsqueda de la verdad, no sólo debo tolerarle como persona, sino que debo reconocerle potencialmente como a un igual; la unidad potencial de la humanidad y la igualdad potencial de todos los seres humanos es un prerrequisito para nuestra voluntad de dialogar racionalmente”, decía Popper en 1991 cuando recibió un doctorado honoris causa en la Universidad Complutense de Madrid.

La interactividad debe tener como fundamento la humildad, una interactividad que busca servir, y no ser servido. No somos los poseedores de la verdad, sino buscadores de ésta, en una misión que hoy día compartimos con las personas a las que informamos, antes conocidas como audiencia, en palabras del profesor de periodismo de la Universidad de Nueva York Jay Rosen.

El periodismo interactivo parte de la base de que una sociedad tiene a la verdad como un interés común y utiliza las más avanzadas tecnologías a nuestro alcance para convertir la conversación en verdadera información.

Periodismo Asertivo

La asertividad es un método de comunicación por excelencia donde la honradez y la transparencia — cuestionadas hoy en los medios — son determinantes.

Si tuviéramos que formular una definición podemos decir que Periodismo ASerTivo es aquel que informa con anticipación sobre el alcance de los acontecimientos, brinda servicios acordes con las necesidades del público y facilita la interacción de éste con los medios y con la sociedad.

Mediante el actuar asertivo, los medios y los periodistas pueden explicar con sensatez lo que sucede, conquistar el respeto del público y hacer que éste se sienta valorado, a la vez que informado.

Es imperativo señalar la importancia cardinal que tiene la aplicación de la conducta asertiva al interior de los medios. En las relaciones cotidianas entre periodistas, editores, directores y ejecutivos de las redacciones hay roces frecuentes que rayan en la hostilidad, paradójicamente por la forma poco asertiva en que se dan o se asumen las indicaciones.

Por ejemplo, es común que los editores expresen con vaguedad a los reporteros las pautas de los temas que deben investigar; casi que se limitan a enunciar un título, sin más lineamientos, para que el periodista desarrolle el trabajo periodístico. Por supuesto, muchas veces el resultado es infructuoso y lo que sigue son discusiones acaloradas donde cada cual intenta imponer su razón. En el peor de los casos, la bronca termina con renuncias o despidos innecesarios.

También suele ocurrir lo contrario: que los reporteros actúen irracionalmente frente a las orientaciones y recomendaciones de los editores por el simple hecho de que piensan que el suyo — y no el de sus jefes — es mejor enfoque para abordar un trabajo periodístico.

La raíz de esas airadas reacciones es la falta de asertividad en la comunicación frente a un desacuerdo que bien pudiera resolverse — a pesar del tono de reclamación¬ — asumiendo una actitud positiva, proactiva.

Actuar con asertividad, en cualquiera de estos casos, consiste en tener la destreza personal y profesional que permita — a editores y reporteros — expresar mutuamente sus opiniones y sentimientos en forma adecuada, y sin desconocer los derechos de su interlocutor.

De esta manera es posible establecer un plan de trabajo en el que ambos comunicadores se pongan de acuerdo sobre los criterios de elaboración del trabajo periodístico y dediquen el tiempo suficiente tanto a exponer sus ideas y pensamientos, como a despejar dudas y hacer las aclaraciones del caso sobre los lineamientos que deben seguirse. Todo esto, lógicamente, dentro de las posibilidades que otorgan la información y los hechos, muchas veces eventuales e inesperados.

La comunicación asertiva conlleva esfuerzo y atención de todos los participantes en el proceso — de editores y reporteros en el caso que estamos analizando — , quienes deberán asumir explícitamente y con la mayor claridad posible sus responsabilidades y compromisos como factores clave para lograr los objetivos propuestos en la planeación del trabajo.

El desafío es que periodistas, comunicadores, académicos y profesionales de diversas ramas aporten su experiencia, su conocimiento y su esfuerzo en sentar unas bases teóricas más amplias de lo que es el Periodismo Asertivo; un reto que contempla, además, la creación de medios AserTivos y la formación de periodistas Asertivos que practiquen esta cultura y la expandan.

El foco de este manifiesto está en el replanteamiento de los contenidos — de la manera en que se elabora y se presenta hoy la información — a partir del modelo Asertivo, un patrón periodístico que se postula como nueva misión cardinal de los medios. Una nueva corriente periodística.

El Periodismo Asertivo informa con eficacia, cumple un papel proactivo, pues al actuar asertivamente, medios y periodistas dan a entender al público que se tiene todo el derecho de informar, sin que eso signifique vulnerar los derechos de los demás. Esto garantiza al medio y al periodista un elevado grado de credibilidad.

El Periodismo Asertivo representa más que un nuevo modelo. Es una inapelable misión del oficio. Es el paradigma oculto de la información que aparece para subsanar el trance que viven los medios y los periodistas.

Podríamos estar pecando de ingenuos al sugerir el estudio y la aplicación de este nuevo modelo. Tal vez sea un espejismo en estos momentos de desvarío profesional. En todo caso, preferimos esta obcecada ilusión de apostarle al redescubrimiento del buen periodismo, que seguir perplejos e inermes ante la agonía de nuestra profesión.

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