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La realidad ilustrada: cómics y periodismo

Por @cdperiodismo

Publicado el 12 de febrero del 2017

El cómic comenzó a ser tomado en serio para contar historias cercanas a la realidad en la segunda mitad del siglo XX; hoy es un lenguaje, una opción narrativa y de investigación para, como dice Joe Sacco, autor de novelas gráficas de no ficción, «hablar con la gente» y pensar desde otro lugar el periodismo.

Por R. AXEL ALONSO / Kaja Negra

El andar se hace más complicado conforme más gente llega a la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Entre empujones un niño se acerca a una mesa cubierta con decenas de revistas con la misma combinación de imágenes: arriba, un autobús con la ventana delantera destrozada; abajo, un hombre sosteniendo un letrero con el número 43 junto a una mujer con una foto con la palabra «justicia». Toma una, la hojea y se encuentra con un cómic lleno de imágenes en blanco y negro de estudiantes en sus pupitres, policías disparando armas, gente gritando y el Zócalo de la Ciudad de México.

El niño se acerca a sus padres y les dice que quiere llevarse esa historieta. Ellos también la hojean y, aunque reconocen en ésta uno de los temas más dolorosos de la historia reciente del país, pagan la revista, el autor la firma, la dedica, y ellos siguen su camino en los abarrotados pasillos del Centro Nacional de las Artes. Esto le causa sorpresa y satisfacción al autor de esas pequeñas revistas, el ilustrador y dibujante Augusto Mora, quien no había pensado en el público infantil al escribir su cómic ¿A dónde nos llevan?, pero le da gusto que el lenguaje de las viñetas, los globos de texto y las onomatopeyas sirvan para explicar un poco de lo que les ocurrió en Iguala a un grupo de estudiantes normalistas.

A donde nos llevan de Augusto Mora. Portada

Los periodistas y sus vidas de cuadritos: hacer las noticias más llevaderas

«Esta nota podría ser una historieta. En vez de letra de imprenta sobre fondo blanco, tendría cuadros. En el primer cuadro, el dibujo de una página de diario, con letras y fotos. En el segundo, esa página tradicional se ha convertido en una página de historietas con una noticia dibujada. En el tercero, el retrato a tinta china de un periodista les habla –con la ayuda de un globo– sobre el potencial de la historieta para contar historias periodísticas serias» escribió Francisco de Zárate para la Revista Ñ.

Lo que ahora conocemos como cómic, que se ha diversificado en distintos estilos y géneros, comenzó en los periódicos. La tira cómica The Yellow Kid, de Richard F. Outcault, es considerada el primer cómic moderno. Aunque aún no existían las onomatopeyas ni los globos de texto, sí hay en el trabajo de Outcautl una combinación de imágenes y texto que se repiten consecutivamente para contar una historia. La gran popularidad de esta tira fue uno de los puntos de choque entre los diaros New York World de Joseph Pulitzer y el New York Journal de William Randolph Hearst, que llevó a la creación del término Yellow journalism o periodismo amarillista.

Quién sabe si sea por su origen o porque cuando se trató de contar las turbulencias y locuras del siglo XX ellos fueron los mejores, pero la profesión del periodista siempre ha estado presente en las historietas.

Empezando con los conocidísimos Louis Lane [ganadora del Pulitzer en casi todas sus numerosas versiones] y Clark Kent [que en su última película explica que decide ser periodista para estar cerca de quienes necesitan ayuda y poder hacer preguntas libremente], representan la parte más intrépida y romantizada del trabajo de los reporteros.

Otros personajes han dado rostro al imaginario en torno a los trabajadores de las redacciones: el temperamental y tacaño editor del Daily Bugle, J. J. Jameson de los cómics de Spiderman; Britt Reid, adinerado editor del Daily Sentinel que por las noches combate al crimen como El avispón verde. Pero quizá los más conocidos y recurrentes son quienes están en las calles, lugares exóticos y campos de batalla buscando la noticia. Algunos de los reporteros más célebres de los cómics son Tintin, de Hergé; Ben Urich, reportero del Daily Bugle, amigo y aliado de Spiderman y Daredevil; la reportera televisiva April O´ Neal de Las tortugas ninja; y en el campo del fotoperiodismo podemos mencionar a Peter Parker [Spiderman], y a Jimmy Olsen [amigo de Superman].

En todos los casos, los autores de cómic han creado y se han servido de los distintos estereotipos y prototipos de quienes aún trabajan en las redacciones de periódicos y también del sentir y el contexto en la relación del periodismo con la sociedad.

Con el paso del tiempo el lenguaje del cómic ha ido madurando, por lo que ahora los periodistas han dejado de ser alter ego o personaje secundario para ser autores y protagonistas de historietas inspiradas en nuestra realidad.

La vida vista en una viñeta

El cómic, esa combinación de imágenes y texto en secuencia, comenzó a ser tomado más en serio para contar historias más crudas y cercanas a la realidad en la segunda mitad del siglo XX, con la llegada de autores más contestatarios y provocadores que comenzaron a tratar temas que las grandes editoriales ignoraban por autocensura, como la violencia, la sexualidad y el sentir ante una vida moderna monótona, amarga y decadente. Los cómics con estas propuestas alternativas, de pequeñas editoriales, fanzines o autoeditados, fueron conocidos en Estados Unidos e Inglaterra como Underground comix y además de contar desenfrenadas historias de ficción o de activismo también sirvieron para contar las anécdotas cotidianas de los autores y lo que criticaban de su entorno.

Es en este contexto que se forma y gana notoriedad el historietista estadounidense de origen judío-polaco, Art Spiegelman, quien desde finales de los sesenta publicó en revistas sus historietas alternativas. Quizá la más conocida sea Prisoner of the Hell Planet [1972] influida por el suicidio de su madre. En 1980 fundó junto a su esposa, Françoise Mouly, la revista Raw, en la que ese mismo año comenzó a publicar por partes Maus, su obra más reconocida e influyente. En ella Spiegelman cuenta la historia de su padre: desde su captura por los nazis, su estancia y escape del campo de concentración de Auschwitz, hasta los efectos que estos tuvieron en él, en su esposa y en el propio Art. Maus usa el particular recurso de presentar a todos los personajes como animales para representar sus identidades nacionales: los judíos son mostrados como ratones, los alemanes como gatos, los franceses como ranas, los polacos como cerdos y los estadounidenses como perros.

El trabajo de Raw se juntó y completó en formato de novela gráfica, cuyo primer volumen [Mi padre sangra historia] se publicó en Estados Unidos en 1991, causando sensación entre el público y la crítica, llegando a recibir importantes premios como el del Festival de Cómic de Angoulême, el Eisner, el Harvey [los tres especializados en cómic] y el Pulitzer, siendo la primera y única novela gráfica en conseguirlo hasta la fecha.

La peculiar forma con la que Spiegelman contó la historia de su padre no quedó exenta de polémica. Uno de los casos más notables fue en 1992, cuando el New York Times incluyó a Maus en su lista de las obras más vendidas de ficción. El autor hizo pública su inconformidad, argumentando que su obra estaba inspirada en la historia de su padre y en una profunda investigación sobre el Holocausto. La respuesta del diario fue que si un ratón gigante les abría la puerta de la casa del autor rectificarían la categoría. Posteriormente el diario reconoció su equivocación.

En una entrevista para el diario El País sobre la edición de los documentos que influyeron a la obra, Spiegelman dice: «Maus mostró que el tebeo [cómic] podía ser tan interesante como la literatura o la pintura, que podía tratar un tema enorme como el Holocausto».

A Maus le siguieron otros cómics que también abordaron historias reales de distintas partes del mundo. Entre los más destacados están Persepolis, de Marjane Satrapi, sobre la vida en Irán tras su revolución; Pyongyang, de Guy Delisle, sobre la vida en la capital norcoreana; o Fax from Sarajevo, de Joe Kubert, sobre la vida de un agente de cómics europeo y su familia durante el asedio de Sarajevo durante la guerra en Bosnia de 1992. Todos estos autores son dibujantes y animadores, ampliamente reconocidos con premios como el Harvey, el Eisner, el del festival del cómic de Angoulême e incluso el Óscar [a la adaptación fílmica de Persépolis].

Visiones más críticas y agresivas las ofrecen autores como Warren Ellis y Darick Robertson en Transmetropolitan [1997- 2002], obra protagonizada por Spider Jerusalem, un excéntrico y violento reportero que explora y cuenta el absurdo de su corrupto Estados Unidos, futurista y podrido, no tan diferente del nuestro en muchos aspectos, una especie de Hunter Thompson a la Blade Runner. Más reciente es The Nightly News, de Johnathan Hickman, en el que una secta integrada por personas cuyas vidas y reputaciones fueron arruinadas por periodistas y conglomerados de medios de comunicación poco escrupulosos deciden darles cacería. Esta visceral historia se intercala con infografías e investigación del autor que explican escándalos periodísticos auténticos como el de Janet Cooke y otros trapos sucios conocidos de las grandes empresas informativas de EU.

Otro autor de gran interés dentro de los cómics periodísticos es Joe Sacco, autor estadounidense de origen maltés con una formación tanto gráfica como periodística. Los reportajes de Joe Sacco han abarcado conflictos bélicos en todo el mundo, como da cuenta en sus novelas gráficas Notas al pie de Gaza [sobre Israel], Gorazde: Zona protegida [sobre Bosnia] y Reportajes [sobre distintos temas, desde los tribunales internacionales de justicia hasta los problemas migratorios entre Malta, otros países mediterráneos y África].

Cuando la reportera Inés Martín Rodrigo le preguntó cómo era su método de trabajo para el periodismo en cómic, el autor le respondió:

«Probablemente igual que el tuyo cuando vas a cubrir una noticia. Mi motivación principal es hablar con la gente y ese debería ser el objetivo principal de todo periodista. Más allá de eso, tomo notas, me documento, hago fotos a pie de campo. La diferencia con respecto al periodismo tradicional comienza cuando llego a casa. Un vez allí, en mi estudio, mi trabajo requiere mucha más concentración porque cuando dibujas estás creando una realidad mucho más profunda que la normal, es una especie de suprarrealidad.»

Estos trabajos han generado un creciente interés en la historieta como vehículo para transmitir historias periodísticas en el lenguaje del cómic por parte de reporteros y medios de comunicación en todo el mundo. Algunos ejemplos destacados los han dado The Guardian, las entrevistas del ilustrador Liniers, o el cómic autobiográfico Virus tropical de la ilustradora colombiana Powerpaola!

¿Y en México?

Esta relación entre el cómic y la labor periodística se replicó en otras partes del mundo. En el caso mexicano, José García Valseca comenzó la creación y expansión de su cadena de periódicos El Sol de México y otros diarios locales, ahora convertidos en la Organización Editorial Mexicana, en gran medida gracias a los ingresos de sus revistas de historietas como Paquito, Paquita y Pepín. Esta última se publicó ininterrumpidamente de 1936 a 1954 y llegó a vender un estimado de 300 mil ejemplares diarios.

Los cómics que más han informado a la población sobre temas políticos, filosóficos y sociales han sido los de Eduardo del Río, Rius, y su alumno y colaborador en la revista El Chamucho y el diario La Jornada, Rafael Barajas El Fisgón. Sin embargo, estas historietas, más que contar historias, explican de manera ilustrada una problemática específica, recurriendo a sus personajes sólo para introducir y concluir las historias.

En años recientes más autores de cómic han comenzado a colaborar con periodistas o por su propia cuenta investigan y trabajan en cómic historias de la vida real, algunos jugando más con las herramientas de la novela de no ficción y otros con un más estricto rigor documental y periodístico. Algunas de las más destacadas son la novela gráfica Uncle Bill de Bernardo Fernández, BEF, sobre la estancia de William Burroughs en México; Che Guevara. Una vida revolucionaria, del reportero John Lee Anderson y el dibujante y caricaturista José Hernández, quien también colaboró con Fabrizio Mejía Madrid para Septiembre. Zona de desastre, sobre el sismo de 1985 en la Ciudad de México; La lucha, sobre la defensora de derechos humanos en Ciudad Juárez Lucha Casto; o Grito de Victoria, una comparación entre la represión estudiantil del jueves de corpus y las manifestaciones estudiantiles del primero de diciembre del año 2012. Además de dos proyectos que tratan el crimen de Iguala y la desaparición de 43 estudiantes normalistas: Vivos se los llevaron, del sitio de información y contenidos virales Pictoline, y ¿A dónde nos llevan?, del dibujante Augusto Mora.

Al respecto de por qué cree que el cómic está recibiendo más interés por parte de medios y periodistas, Mora dijo en entrevista a este reportero:

«Los medios de comunicación se han vuelto más vertiginosos; creo que el cómic a pesar de que tiene partes más detalladas, también tiene mucha agilidad, ves la imagen, el texto, se complementan y no tienes que ver toda la cuartilla para saber lo que sucede. Los escritores deben buscar de maneras más ágiles para contar las cosas porque la gente ahora vive así y nos tenemos que adaptar a la tecnología y a la inmediatez. Yo creo que el cómic es un medio que transmite la información de manera más ágil que un artículo de diez páginas. Pero también creo que estos cómics son una introducción amena para ya poder leer esa diez páginas».

Aunque publicaciones mexicanas como El Universal o El Chamuco ya han publicado textos periodísticos en formato de cómic, este nuevo género aún se encuentra en un proceso de madurez en medios que ofrecen más libertad a los autores, como la novela gráfica en editoriales pequeñas, autoedición o sitios de internet. Un camino similar al que internacionalmente pasaron los autores de estos cómics con valor periodístico para ser asimilados por la prensa más popular.

En un mundo tan complejo y complicado, en el que, como dice la frase, «la realidad supera a la ficción», el cómic es una herramienta más para dar cuenta, como en su momento lo hizo el «Nuevo periodismo» estadounidense, problemas poco conocidos. A ver si viéndolo, reflexionamos más sobre nuestras vidas de cuadritos.

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