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La historia del periodista Maziar Bahari, sobreviviente del secuestro en Irán
Por Milagros Olivera Noriega
Publicado el 02 de septiembre del 2014
Diez horas al día, durante 118 días, a Maziar Bahari le vendaban los ojos y lo interrogaban. Confinado en solitario como estaba, el silencio era respuesta común, o la negativa ante la imposición de sus carceleros que juraban, que estaban seguros, que Bahari era un espía infiltrado en Irán. Pero no. Él era un corresponsal de Newsweek nacionalizado canadiense cuyo origen estaba en el país que ahora lo acusaba de fariseo, de apátrida.
Las elecciones presidenciales de Irán en 2009 causaron revuelo. La casa de los Bahari en Teherán fue testigo de como su hijo occidentalizado salía a empellones como el peor de los malhechores; el que traiciona a su patria. La experiencia es larga y dolorosa que cuenta con los personajes que toda historia larga y dolorosa arrastra; una esposa embarazada que buscaba la libertad del padre de su hija, una familia que aparece como espectros de fe y un hombre sumido en largas jornadas de torturas físicas, que sobrevive gracias al contacto mental que establece con sus familiares muertos.
“‘Mazi jaan, despierta’, dijo mi madre. ‘Hay cuatro señores aquí. Dicen que son de la oficina de los fiscales. Ellos quieren llevarte’. Abrí los ojos. Fue unos minutos antes de las 8 am, y mi madre estaba de pie junto a mi cama-su pequeño cuerpo de 83 años de edad me protege de los cuatro hombres detrás de ella. Duermo sin ropa, y en mi estado medio despierto, mi primer pensamiento no fue que yo estaba en peligro, pero que estaba desnudo en un santuario. Me sentí avergonzado”, recuerda en el prólogo del libro “Then they came for mi” (“Luego vinieron por mí”), que narra sus memorias desde la prisión y la historia familiar del único preso político iraní que ha sido liberado y ha logrado salir del territorio.
Hillary Clinton y otros personajes políticos, así como organizaciones pro derechos humanos del mundo, mediaron para que Bahari recupere su libertad. En el interín, recuerda, era llamado a modo de burla “Mr. Clinton” por los guardias. Los mismos que lo obligaron a realizar una entrevista en una canal de televisión aceptando una serie de hechos que no respondían a la realidad.
Él sabía lo que significaba la irrupción de los guardias a mitad de la noche. “Yo, como la mayoría de los iraníes, sabía de demasiadas personas, escritores, reformistas, activistas, que habían sido despertados de esta manera, y luego llevados a algún lugar y asesinados. Pensé en mi padre, mi hermana, cada detenido y encarcelado por los regímenes anteriores, pensé en mi madre, que se había visto obligada a vivir a través de todo esto dos veces antes. Podía oír la voz de mi madre en la cocina, y mi miedo estaba unido por una abrumadora sensación de culpabilidad”.
Cuando al fin fue liberado, Bahari viajó a Londres. Llegó pocos días antes de que su esposa diera a luz.
Escribió “Luego vinieron por mí”, libro que lo llevó al set de Jon Stewart, quién se quedó impactado con la historia y decidió dejar su labor como presentador en manos amigas para dedicarse a rodar “Rosewater”, título que lleva la película donde esta historia adquiere color e imagen.
La periodista Malu Halasa entrevistó a Bahari, que reconoció que una experiencia como la que enfrentó es imposible de olvidar. “Yo todavía me emociono cuando hablo de ello. Además no creo que he podido leer alguna vez esos pasajes públicamente. En realidad estaba solo mirando el libro el otro día y cuando estaba leyendo un pasaje conmovedor de mi madre tuve que dejar el libro. Los recuerdos de mi familia eran muy, muy difícil para mí escribir”.
A la experiencia de ser encarcelado y violentado al interior de la cárcel se sumaba el desgaste de revivir en las letras los días de dolor. “Después de uno o dos meses de escritura pensé que no podría seguir más. Pensé que era una ruina emocional. Porque pasé por cuatro tragedias en los últimos cinco años: mi padre murió en 2005, mi hermano murió en 2007, mi hermana murió en 2009 y me fui a 118 días de prisión en 2009 con tres de esas tragedias, traté de ahondar en mi trabajo y no pensar mucho en eso”. Hasta que fue apresado y la única forma de soportal el cautiverio era recordando a quienes más quería y quiso. Y buscando la forma de sentirse acompañado por esos recuerdos.
“Pasé la mayor parte del tiempo llorando y caminando y tratando de evadir escribir el libro”, recuerda. El editor decidió proponerla a Aimee Molloy como co-guionista. El resultado fue “Luego vinieron por mi”. Esperemos que la película esté a la altura de la historia.
Con información de maziarbahari.com
La periodista
Publicado por:
Milagros Olivera Noriega
Feminista. Estudio Periodismo en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Fui editora de Cultura de Diario16.
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