Entre Comillas

No se aceptan trolls

Por Alvaro Reyes

Publicado el 30 de octubre del 2013

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La campaña que inició Arianna Huffington, hace unos meses atrás, contra el ataque de los trolls merece ser respaldada. No sólo para evitar el hostigamiento y las amenazas hacia los periodistas de usuarios que se esconden tras el anonimato, sino también para fomentar una cultura de reflexión entre una comunidad. La discusión y el intercambio de ideas son el mejor camino para hallar soluciones. Combatir a los trolls no beneficiará solo a los periodistas. La audiencia también saldrá ganando.

La fundadora del Huffington Post reafirmó su postura sobre este tema el último fin de semana, aduciendo que el periodismo no debe permitir ningún tipo de intimidación en Internet. Es ahora, en el inicio de un furor en el que aparecen cada vez más espacios y herramientas digitales para comunicarse, cuando se debe actuar e intervenir en una probable proliferación de malas prácticas que buscan amedrentar la libertad de prensa, y, claro está, confundir a la opinión pública. En no pocos casos, la misma audiencia resulta afectada en medio de insultos y ataques gratuitos. La tolerancia es muy tenue dentro y fuera de Internet. 

¿Qué es un troll? Me quedaré con la definición del periodista Marco Sifuentes en este artículo. “Un troll es el usuario que participa en una discusión online con mensajes deliberadamente provocadores con la intención de interrumpir o desviar el curso del debate” (puedes leer más sobre el término aquí). Así y sin más. Aunque en la práctica se presentan mucho más amenazantes.

El caso de tres periodistas británicas que fueron intimidadas en Twitter, en agosto, es una prueba contundente. Aquella vez, las tres mujeres recibieron tuits de un usuario desconocido en los que se les informaba que una bomba estallaría en las inmediaciones de sus viviendas. Esta es otra característica de los trolls, ellos no suelen usar sus verdaderos nombres para realizar sus fechorías.

Una periodista como la peruana Rosa María Palacios, quien reveló que es víctima de insultos y ataques en la red de microblogging diariamente, prefiere bloquear “sin misericordia” a los trolls. Algunos la cuestionan, otros la imitan.

Como una medida inmediata, el HuffPost puso fin a los comentarios anónimos en su plataforma, obligando a identificarse debidamente a toda persona que quiera participar de un debate. Los medios deben aprender a tomar posiciones como éstas.

Bloquear a un usuario o borrar su comentario no siempre es sinónimo de censura o de no respetar la opinión de las personas. Una organización de noticias puede tomar esta medida para evitar discusiones que dañen y denigren a las personas. La labor de un medio no culmina cuando se publica la nota. Quizás por ello se hace tan necesario que la figura del moderador de blogs o responsable de comunidad se integre al fin en las redacciones.

El diario Perú21 fue el centro de críticas a inicios de este mes por permitir el desborde de comentarios racistas y discriminadores en la entrada de un texto que compartió sobre la actriz Magaly Solier. El medio no actuó a tiempo y originó una catarata de mensajes que atacaban a la artista por sus rasgos físicos. Debido a la magnitud de las reacciones, el periódico tuvo que pronunciarse en rechazo a “cualquier práctica discriminatoria” y su fomento.

Sorprende que en algunos casos ‘trollear’ sea un trabajo remunerado. Así lo demostró Samsung, compañía que fue multada la semana pasada con 341 mil dólares en Taiwán, tras comprobarse que pagó a personas para que criticaran a su competidora HTC en Internet.

Puede que todos tengan un troll dentro esperando emerger ante el más mínimo estímulo. Es para esos momentos en donde las personas deben encontrar restricciones, como una guía de convivencia que el mismo medio puede crear (Clases de Periodismo tiene sus reglas), la identificación de los usuarios, o un sistema para destacar los comentarios y argumentos que aporten a la discusión, tal y como lo hacen The Wired y The Atlantic. Las críticas, así, serán tomadas como deben ser, de manera constructiva.

Detener a los trolls termina siendo una responsabilidad. Los periodistas siempre han sufrido de amenazas y ataques en distintas modalidades: por correo, llamadas telefónicas, cartas, etc. Ahora en esta época, a la que muchos califican como la “era de oro” del periodismo, no dejemos que estos oscuros agentes encuentren más canales para hostigarnos, una práctica que, lamentablemente, nadie ha podido contener.

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Editor de contenidos en @cdperiodismo

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