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Discutamos con Keller y Rusbridger sobre WikiLeaks

Por Esther Vargas

Publicado el 05 de agosto del 2011

Bill Keller y el autor luego de la conferencia Wikileaks: The Inside Story, 03.02.11 FOTO: SEAN GILLESPIE

El Centro Tow de Periodismo Digital (Tow Center for Digital Journalism) de la Escuela de Periodismo de Columbia organizó un panel para discutir el tema WikiLeaks con la comunidad periodística neoyorkina el 3 de febrero de este año, desplegando para este fin lo mejor de su ingenio, fortaleza y contactos. La conferencia se llamó WikiLeaks: The Inside Story (Wikileaks, La Historia desde Adentro). Una serie de coincidencias, el espíritu competitivo de los organizadores y panelistas, la tensión del momento y la gran expectativa creada por Julian Assange y compañía dieron como resultado una noche de antología.

Los dos panelistas principales de la noche eran Bill Keller, editor ejecutivo del New York Times –quien será reemplazado en setiembre de este año por Jill Abramson, actual editora gerente de noticias- y Alan Rusbridger, editor de The Guardian, el diario que en julio de este año puso en jaque al imperio News Corp. de Rupert Murdoch con la revelación de que el diario News of The World (propiedad de Murdoch) interceptó los celulares de una extensa lista de personalidades y celebridades del Reino Unido, entre ellos una víctima de secuestro que luego fuera hallada muerta.

Conseguir a Keller y Rusbridger para exponer ante la comunidad universitaria, como decía, fue un trabajo de filigrana. Ambos fueron protagonistas de los destapes propiciados por WikiLeaks, poniendo extensos recursos periodísticos al servicio del análisis y edición del material secreto sobre Afganistán junto un tercer medio involucrado, el diario alemán Der Spiegel. Y para cuando acudieron al encuentro, cada editor venía a presentar un libro sobre la experiencia vivida escrito por su personal a cargo: el New York Times salía con Open Secrets. WikiLeaks, War and American Diplomacy (Secretos Abiertos: WikiLeaks, Guerra y Diplomacia Estadounidense) y The Guardian con Wikileaks. Inside Julian Assange’s War on Secrecy (WikiLeaks. Al interior de Julian Assange y su Guerra contra los Secretos).

Pero si bien Keller y su equipo habían llevado volantes promocionando su libro, y el evento estaba anunciado como una especie de presentación del mismo, esa noche no había ninguna copia a la venta de Open Secrets, sino que se le anunciaba como un e-book a la venta en internet. Rusbridger, por otro lado, había traído un lote completo de WikiLeaks. Inside Julian Assange’s War on Secrecy, que había dispuesto en diversos puntos de la zona de cocteles para reparto gratuito.

Imaginen la cara de Keller.

Varios profesores de la Escuela de Periodismo de Columbia son periodistas en actividad del New York Times, por lo que entre ambas instituciones existe una relación constante y robusta. Como dato extra, Ann Cooper, maestra de periodismo internacional de nuestra Escuela que resulta nominada regularmente a Catedrática del Año, fue la primera esposa de Keller. Por otro lado,Emily Bell, reputada especialista en el mundo del periodismo digital, dirige el Tow Center y antes de ello era la directora de contenido digital noticioso en The Guardian; Bell mantiene una cordial amistad con Rusbridger. (De hecho, el tuit de Bell “no veo cómo Rebekah Brooks pueda permanecer en el cargo”, fue profético en el curso de eventos que llevó a la renuncia de Brooks, editora en jefe de News International y editora de News of the World en los tiempos de las intercepciones telefónicas).

ASSANGE “PERIODISTA”

En la conversación que siguió ambos cuidaron de no llamar a Assange “periodista” –a pesar que este se autodenomine como tal–, y reforzaron la idea de que Assange fue sobre todo una fuente, que su comportamiento fue más el de un activista motivado por convicciones ideológicas muy distintas a las que gobiernan a un medio de prensa. De hecho, a estas alturas Assange había roto vínculos con el New York Times y The Guardian, y se mostraba “abiertamente hostil” hacia ambos medios, según palabras de Keller.

Un grupo de estudiantes asistimos como voluntarios de apoyo al evento. También asistió el equipo de Andrew Rossi, el director de Page One: Inside the New York Times, quienes registraron el evento y luego incluyeron porciones de él en este documental.

Cuando el panel acabó, nos acercamos a conversar con los editores. Yo tenía clara mi pregunta para ambos, porque sabía que no tendría sino unos minutos con cada uno: “¿Piensa usted que las revelaciones que hizo WikiLeaks fueron determinantes para desencadenar las revoluciones en el mundo árabe?”

“¡De ninguna manera!”, me contestó Keller. “Esa es una gravísima distorsión de los hechos que deja de lado el contexto histórico en el cual se dieron”.

“¡Pero por supuesto!”, me dijo Rusbridger. “Solo basta analizar la línea temporal de las cosas: primero se publican los cables, luego hay un periodo en que el público los analiza, y luego se generan las reacciones junto con diversos factores adicionales”.

Alan Rusbridger, Léa Khayata (Líbano) y el autor luego de la conferencia Wikileaks: The Inside Story, 03.02.11 FOTO SEAN GILLESPIE

Fue interesante tener esta conversación –que al final duró varios minutos, sobre todo con Keller– para contrastar las visiones y enfoques de dos tradiciones gigantes de periodismo, la del Reino Unido frente a la de Estados Unidos.

Luego sería motivo de algunos titulares la afirmación de Rusbridger de que estaría dispuesto a estar al lado de Assange si este fuera juzgado en los Estados Unidos “en términos de defender lo que ha hecho” y este “que merece la protección que tendría un periodista”. Keller, por su lado, fue más reservado al respecto.

Ambos editores, respetados y temidos en cierta medida, tienen derecho a cierta arrogancia, ya que son el mástil de sus organizaciones. Ambos son competidores cordiales, ambos discrepan pero se dan la mano. De hecho, Assange contactó a The Guardian y Der Spiegel primero y luego Rusbridger quien invitó a la aventura de Wikileaks a Keller. Luego sería el New York Times quien sin duda sacó mayor provecho de la situación en base a su influencia y recursos, y de hecho, ahora ambas instituciones tienen proyectos similares a Wikileaks que nada tienen que ver con Assange.

Fue bueno estar en Columbia para ser testigo privilegiado de momentos como este.

Publicado por:

Periodista. Directora de Clases de Periodismo y La Ruta del Café Peruano. Consultora en Social Media. Editora web del diario Perú21 del grupo El Comercio de Perú. Especialista en periodismo digital, comunicación digital y social media.

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