Los periodista no necesitan un manual para twittear
Por Esther Vargas
Publicado el 21 de mayo del 2009
Mientras en algunos medios se impulsa a los periodistas ‘tradicionales’ a ingresar a las redes sociales, y a ser parte de ellas activamente (evangelización le llaman), los mismos medios comienzan a preocuparse de lo que sus periodistas dicen en estos espacios.
¿Hay límites? ¿Quién pone los límites? ¿Se necesita un manual de estilo para Twitter? ¿Debo inventarme una cuenta secreta para decir lo que me da la gana y ocultar a mis jefes mi incursión en las redes sociales?
Los periodistas de Wall Street Journal, MarketWatch y News Wires recibieron hace poco, como cuenta aquí Jeff Jarvis, una lista de conducta on line apropiada bastante controvertida.
He aquí algunas de las recomendaciones sugeridas (que se entienden como órdenes).
Dejen que la cobertura hable por sí misma y no detallen cómo un artículo fue reportado, escrito o editado.
No discutas artículos que no han sido publicados todavía, reuniones a las que hayas asistido o planees asistir con fuentes o compañeros, ni entrevistas que hayas realizado…
Los negocios y el placer no deben mezclarse en servicios como Twitter. El sentido común debe prevalecer, pero si tienes dudas acerca de si un tweet o un post en tu blog son apropiados, discútelo con tu editor antes de hacerlo.
Compartir tus visiones personales o partidarias puede abrir un flanco para críticas y puede volver a un reportero “inelegible” para cubrir ciertos temas en el futuro.
Poner reglas de este tipo a los periodistas puede ser una amenaza de censura, una clara advertencia sobre lo mal que te puede ir si faltas a las reglas. Además, evidencia cómo los medios no comprenden de qué se trata toda esta corriente 2.0. La misma BBC ha expresado su inquietud al respecto, reiterando así su criticada posición respecto a los blogs y sus periodistas hecha pública en 2006.
Yo no quiero que nadie me impida decir las cosas bobas que son parte de mi vida diaria “me duele la cabeza / hoy conoceré a mi suegra/ necesito un café”, o una noticia importante como “llegó al Perú la influenza” o “murió Benedetti”.
Si se me convoca a cumplir un manual de conducta on line tendría que inventarme cuentas en Twitter y Facebook con la cara de mi gata para desatar mi ira, mi cursilería o mi afán de dar información. Sería yo, pero al mismo tiempo sería un ícono parlante anónimo. Algo así como estar en el clóset.
En mi opinión, los periodistas que vienen incursionando en las redes sociales no deben admitir manuales de conductas on line, pero deben usar el sentido común, una virtud que no es 2.0 sino parte de la formación profesional. En ese sentido, es obvio que la primicia del impreso no se twittea el día anterior. Yo lo tengo clarísimo y asumo que todos mis colegas también. La nota propia, como la investigación, es un material reservado y no un despacho de agencia que uno lanza al aire y a la loca.
Revelar en Twitter lo que, por ejemplo, trabaja la unidad de investigación de un medio sería un acto de infidencia y una bobería descomunal. Los medios compiten, ¿quién quiere que otro le gane? Eso no quita que durante el proceso de búsqueda de información uno pueda acudir a sus seguidores de las redes.
Y me parece muy obvio también que los desmadres internos son precisamente internos. Pedir aumento en Twitter es como cuadrar al jefe y pedirle aumento en medio de la redacción, y a gritos. Creo que la mayoría toca la puerta, se acomoda y plantea su requerimiento, así como sus frustraciones laborales.
Mostrarse a favor o en contra de determinado tema por adelantado puede ser tomado a mal por la comunidad que sigue al periodista. No obstante, me queda claro que los periodistas tenemos opinión y una clara posición sobre lo que acontece.
Si en Twitter yo digo que estoy en contra de la pena de muerte para los violadores de niños, y mi tarea es escribir durante las siguientes horas un reportaje sobre el tema, mi profesionalismo quedará en evidencia cuando yo haya tenido la suficiente capacidad y ética para convocar a todas las voces pertinentes para ese tema. Si yo inclino la balanza hacia lo que pienso, opino, creo o combato, la comunidad de twitteros que me sigue tendrá claro que ese reportaje fue quizás una columna de opinión disfrazada (mal disfrazada) en un reportaje. Así de simple.
Nunca como ahora los periodistas estamos más expuestos a lo que hacemos. Hoy, bloggeros, twitteros, facebukeros –si el término existe o se lo inventan-, están al pendiente para rectificar y tirar a la basura una nota. El criterio y el sentido común son fundamentales, y un recurso poderoso para mejorar nuestra manera de abordar los hechos, y cuidar lo que se llama la reputación on line y la integridad. Los que ya estamos en el carro 2.0 tenemos claro que no somos ET en la blogósfera o twittosfera, representamos a nuestro medio, y eso no quita que a veces nos provoque decir que sería mejor estar en casa que en la redacción.
La experiencia de Hoy de Ecuador
Y una mención aparte es lo que están haciendo los colegas del diario Hoy de Ecuador, un ejercicio que llaman ‘transparencia con los lectores. Ellos cuentan en Twitter todo lo que sucede en su sala de redacción, al puro estilo del estadounidense Spokesman Review.
Así, quienes seguimos a Hoy de Ecuador estamos al tanto de cómo planifican sus noticias, de cómo discuten los temas de portada y la cobertura. Es algo así como abrir al mundo las entrañas de un diario nacional, apuesta arriesgada que a muchos nos hace preguntarnos si su competencia saca provecho de ello o no.
Periodista. Directora de Clases de Periodismo y La Ruta del Café Peruano. Consultora en Social Media. Editora web del diario Perú21 del grupo El Comercio de Perú. Especialista en periodismo digital, comunicación digital y social media.
Ya no es extraño encontrar anuncios de ofertas de trabajo para “editor de desarrollo de audiencia”, “editor de interacción”, “editor de social media y crecimiento”, entre otros puestos.
El diario británico The Independent anunció ayer el inicio de la campaña “Voices in Danger”, un espacio que buscará contar las historias de los periodistas que han sido víctimas de represión por realizar bien su trabajo informativo.
La BBC iniciará con una campaña promocional distinta en Twitter. El medio usará Amplify, función que ofrece la red social para incrustar videos cortos a tuits que son pagados, y compartirá contenido exclusivo para este espacio.