En la portada de hoy vemos un pequeño recuadrito al lado derecho, casi perdido entre la llamada de Vida y Futuro y un cupón para recortar. El recuadrito anuncia que en www.elcomercio.com.pe hay un especial multimedia sobre Alianza Lima en crisis, y el seguimiento de los ‘Petroaudios’.

Sic., la sección de los jóvenes, solo hace referencia a la dirección del blog en la edición de hoy. Para ser la sección más nueva y fresca del diario la conexión a la web debería ser mayor. En estos tiempos no solo se necesitan buenas historias, que ya las hay en Sic, y desde aquí las felicitaciones. De hecho, en su página de la contra el esfuerzo y las ideas se sienten. Pero de su blog esperamos más, como ya tuvimos con lo de Calamaro, el Polizonte o el Cade 2008.

En DT me complace encontrar que al mejor estilo de los buenos diarios de la región, el lector puede acceder al correo electrónico del periodista que escribe la nota. Toda esta reflexión surge a propósito de los cambios en la organización interna de la redacción y de diseño en La Nación de Argentina.

Carlos Guyot, director de arte del diario, precisa que se incorporó junto al nombre de cada sección su url dentro de la nación.com, y su dirección de mail, “como un signo más de la creciente coordinación entre las dos plataformas”.

Lo que está pasando en La Nación es parte del avance hacia un proceso de convergencia con la web que plantea “productos distintos, con diferentes ritmos y acentos, pero que también reconoce la importancia de lanacion.com aumentando su presencia en el diario y las cabeceras”.

La Nación ofrece más de lo aquí mencionado. Debo precisar también que el cambio se dará progresivamente para que el lector y los mismos periodistas se vayan acostumbrando. Por lo pronto, chequeen aquí lo que ofrece la sección Política.

Y la conclusión en palabras de Varela: “En la era de la cultura de la convergencia y del hipertexto, del texto enriquecido y conectado, un diario no puede ser plano. Y tampoco puede dirigirse a un único lector, con aquella autoridad con la que los viejos periódicos hablaban a sus lectores como si de un público homogéneo y sin capacidad de respuesta se tratase”.

Qué envidia.

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