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Los jóvenes periodistas y el caso ETA

Por Esther Vargas

Publicado el 03 de noviembre del 2008


Lo ocurrido en España, tras el indignante atentado de ETA contra la Universidad de Navarra (Unav) puso a los jóvenes periodistas de esa casa de estudios en la mira. Sí, dos veces en la mira. Tras la amenaza de muerte llegó la crítica furibunda hacia su desempeño como futuros profesionales del periodismo.

Juan Varela, periodista al que sigo con interés, ha recibido un aluvión de cuestionamientos por haber expresado en un post su decepción frente a la escasa contribución de los alumnos –sobre todo de la carrera de periodismo de la Unav- en la cobertura de lo ocurrido. Sin embargo, parece que Varela se adelantó en sus juicios.

Los profesores José Luis Orihuela y Ramón Salaverría demostrarían luego que los universitarios sí estuvieron a la altura de las circunstancias, pese al terror que se dispersó tras la explosión del coche bomba. Salaverría sostiene que los chicos sí reaccionaron. Las redes sociales (Tuenti -digamos, el Facebook de España) fueron el canal para brindar información. Los blogs y Twitter fueron ignorados, pero los alumnos colaboraron con los medios proporcionando historias, fotos, y testimonios.

Muchos, según cuentan en los comentarios del post de Varela, se quedaron hasta el final del día en el lugar de los hechos buscando detalles y más datos sobre la tragedia. La foto de un alumno fue portada a cinco columnas del Diario de Navarra (ilustra este post). El 40% de los universitarios fue requerido por medios en los que fueron becarios durante el pasado verano para que actuaran como informantes. “Los chicos se pasaron todo el día trabajando como si fueran periodistas de plantilla, sobre todo para periódicos y canales de radio. Prácticamente nadie estuvo de brazos cruzados desde el punto de vista periodístico”, anota el profesor Salaverría.

A propósito de este debate encendido me preguntaba qué deben hacer los periodistas –sobre todo, los que recién comienzan- en una situación como esa. La respuesta es obvia: Reportear. El periodista que en una circunstancia de emergencia busca desesperadamente irse a su casa revela, sin duda alguna, que no está hecho para este oficio. Y siempre hay alguien mirándote.

Y los que no están en medios pero estudian la carrera harían bien en aprovechar el momento histórico y no quedarse con los brazos cruzados. Deben hacer todo lo posible para que esa información llegue a los medios o se conozca: en el Perú tenemos menos recursos que España, tenemos obviamente menos celulares con salida a Internet, pero hay otras formas.

Las redes sociales (casi todos los que son están en Facebook o deberían estarlo, pues esta red permite mucha más versatilidad que el adormecido Hi5), Twitter (que apenas estoy manejando, pero tiene buena fama para este fin), los blogs (todos los estudiantes de periodismo que pretenden generar contenidos deberían empezar con una bitácora personal), las webs de los medios… Los recursos están en la red. Hay que buscarlos.

Un futuro periodista que de verdad busca ser periodista no se pierde la acción, y se sobrepone al miedo. A veces, hasta se coloca delante del dolor. Ya sé que es fácil decirlo. Ahora, el miedo y el desgano no son patrimonio de los más jóvenes. Eso habría que decirle a Juan Varela. Cuando ocurrió el terremoto del 15 de agosto, en el Perú, muchos periodistas veteranos se fueron corriendo a sus casas y no regresaron al diario hasta el día siguiente. La noticia les importó un pepino.



La versión de 233 grados

Publicado por:

Periodista. Directora de Clases de Periodismo y La Ruta del Café Peruano. Consultora en Social Media. Editora web del diario Perú21 del grupo El Comercio de Perú. Especialista en periodismo digital, comunicación digital y social media.

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